Exploring With Diane Part Two
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A las seis en punto se tumbó dentro de la bañera vacía, con los ojos vendados, permaneció inmovil y en silencio, esas eran sus instrucciones.
La espera y la incertidumbre se le hacían insoportables, su cuerpo no encontraba acomodo y su cabeza la hacía imaginar mil posibilidades.
Al fin escuchó el sonido de la puerta al abrirse, pasos que recorren la casa, sonidos de armarios que se abren y se cierran. Nuevamente silencio, pero había algo más… presentía su presencia próxima, sí, ahora era capaz de percibir su perfume, sabía que estaba allí, a su lado, en silencio, como ella.
El agua helada que salpicó su pecho la hizo sobresaltarse y gemir por la sorpresa y el frío, la empapaba, haciendo que su piel se erizara, que sus pezones se volvieran duros como el granito e incluso que tiritara ligeramente. Ya no le extrañaba que en la nevera hubiera tres botellas de agua a la vez.
El líquido que ahora derramaban por su cuerpo era otro, algo más denso y pegajoso que el agua, no tan frío, al instante reconoció el olor de la leche que comenzaba a cubrirla. Su corazón y respiración se aceleraban.
El siguiente fluido que la recorría era distinto y su textura untuosa la desconcertaba, ¿qué era lo que arroyaba ahora por sus piernas?, se concentró una vez más y capturó el aroma ahora nítido del aceite de oliva que la envolvía. Imaginaba su estampa en la bañera, exhibida, expuesta, cubierta de ligeras capas líquidas, completamente entregada y excitada.
Una nueva sustancia surcaba su vientre y sus muslos, era muy densa y pegajosa, se colaba por cada pliegue de su piel y arrollaba hasta su culo con lentitud; enseguida descubrió que se trataba de la miel.
Su sexo empapado rezumaba.
Unas manos firmes la ayudaron a levantarse y la colocaron sentada en el borde de la bañera, su culo sobresalía por el exterior de ésta, se aferró con las manos al borde de la misma y separó aún más sus pies y piernas para mejorar el equilibrio…. toda ella goteaba.
Enseguida notó la polla aproximarse a su culo, sabía que sería intenso, a****l y sin concesiones, lo sabía, y lo deseaba. Con cada embestida se adentraba más y más en su interior, la desgarraba y enloquecía a partes iguales, sintió como un cuerpo frío la abrazaba, como unas perversas manos se apoderaban de sus pezones, como unos dientes marcaban su cuello. Una mano apresó su pubis, a punto estubo de chillar, pero consiguió controlarse, notaba como en cada envite la golpeaban sus testítulos y ella casi se quedaba sin aliento, su esfinter se amoldaba a un sexo duro y martilleante.
Unos dedos se adentraron en su vagina, chapoteaban en su interior, esa polla que la empalaba aceleró su ritmo, su culo ardía, su corazón de desbocaba, su sexo se hacía agua.
Dos dedos apresaron su clítoris y lo martirizaron…. un susurro en su oído… “ahora ya puedes”… y entonces ella estalló, y se derramó como una inundación, y de su boca inmensamente abierta salió un ronco y gutural gemido de satisfacción.
Y exhausta, se derrumbó en sus brazos sin apenas fuerzas para mantenerse sentada.
La espera y la incertidumbre se le hacían insoportables, su cuerpo no encontraba acomodo y su cabeza la hacía imaginar mil posibilidades.
Al fin escuchó el sonido de la puerta al abrirse, pasos que recorren la casa, sonidos de armarios que se abren y se cierran. Nuevamente silencio, pero había algo más… presentía su presencia próxima, sí, ahora era capaz de percibir su perfume, sabía que estaba allí, a su lado, en silencio, como ella.
El agua helada que salpicó su pecho la hizo sobresaltarse y gemir por la sorpresa y el frío, la empapaba, haciendo que su piel se erizara, que sus pezones se volvieran duros como el granito e incluso que tiritara ligeramente. Ya no le extrañaba que en la nevera hubiera tres botellas de agua a la vez.
El líquido que ahora derramaban por su cuerpo era otro, algo más denso y pegajoso que el agua, no tan frío, al instante reconoció el olor de la leche que comenzaba a cubrirla. Su corazón y respiración se aceleraban.
El siguiente fluido que la recorría era distinto y su textura untuosa la desconcertaba, ¿qué era lo que arroyaba ahora por sus piernas?, se concentró una vez más y capturó el aroma ahora nítido del aceite de oliva que la envolvía. Imaginaba su estampa en la bañera, exhibida, expuesta, cubierta de ligeras capas líquidas, completamente entregada y excitada.
Una nueva sustancia surcaba su vientre y sus muslos, era muy densa y pegajosa, se colaba por cada pliegue de su piel y arrollaba hasta su culo con lentitud; enseguida descubrió que se trataba de la miel.
Su sexo empapado rezumaba.
Unas manos firmes la ayudaron a levantarse y la colocaron sentada en el borde de la bañera, su culo sobresalía por el exterior de ésta, se aferró con las manos al borde de la misma y separó aún más sus pies y piernas para mejorar el equilibrio…. toda ella goteaba.
Enseguida notó la polla aproximarse a su culo, sabía que sería intenso, a****l y sin concesiones, lo sabía, y lo deseaba. Con cada embestida se adentraba más y más en su interior, la desgarraba y enloquecía a partes iguales, sintió como un cuerpo frío la abrazaba, como unas perversas manos se apoderaban de sus pezones, como unos dientes marcaban su cuello. Una mano apresó su pubis, a punto estubo de chillar, pero consiguió controlarse, notaba como en cada envite la golpeaban sus testítulos y ella casi se quedaba sin aliento, su esfinter se amoldaba a un sexo duro y martilleante.
Unos dedos se adentraron en su vagina, chapoteaban en su interior, esa polla que la empalaba aceleró su ritmo, su culo ardía, su corazón de desbocaba, su sexo se hacía agua.
Dos dedos apresaron su clítoris y lo martirizaron…. un susurro en su oído… “ahora ya puedes”… y entonces ella estalló, y se derramó como una inundación, y de su boca inmensamente abierta salió un ronco y gutural gemido de satisfacción.
Y exhausta, se derrumbó en sus brazos sin apenas fuerzas para mantenerse sentada.
Anastasia
- 28.10.2021
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