Emma Stein
- 2 years ago
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Mientras me arrodillaba frente a aquel hombre mayor que estaba totalmente
borracho y lleno de lujuria, record? las palabras de Nick, aquellas con las
que me convenci? de hacer este trabajo: "Vamos, siempre has dicho que eres
un gran actor y que puedes hacer cualquier papel". Hab?an sido dichas hac?a
unas 48 horas y ahora, si este hombre no ca?a redondo enseguida, me
enfrentaba a mi mejor impostura, mi mayor actuaci?n, pero no en una obra de
teatro o en un largometraje, si no en la pu?etera vida real. Le mir? a la
embrutecida cara como pidiendo clemencia. ?l me mir?.
-Vamos, puta, chup?mela de una jodida vez- fueron las palabras que salieron
de su asquerosa boca.
Alc? unas manos con las u?as pintadas de rojo que no parec?an las m?as y
comenc? a desabrocharle la cremallera del pantal?n. Dentro vi unos
calzoncillos blancos ligeramente manchados o bien de restos de meada o bien
de semen. Met? la mano derecha dentro y extraje una peque?a polla de unos 10
cent?metros y aquella visi?n me produjo un imprevisto ataque de risa. Que un
hombret?n que med?a un metro y noventa cent?metros y pesaba m?s de 100 kilos
tuviera una polla tan peque?a me sorprendi? tanto que la risa me sal?a
destensionada, sin forzarla. Aquella risa me oblig? a levantarme y a caminar
hacia atr?s sobre los altos tacones de mis botas de cuero negro. El hombre
se levant? de la cama y guard?ndose su "cosita", se dirigi? a m? con la mano
derecha levantada.
-?De qu? co?o te r?es, puta?
Sab?a que me iba a pegar una ostia pero la risa me imped?a reaccionar,
solamente pod?a echarme hacia atr?s para impedir que el golpe me diera de
lleno. ?l vino tambale?ndose hacia m? y yo me alej? encogi?ndome de la risa
y caminando hacia atr?s y cuando descarg? el golpe con su pu?o derecho, me
gir? a la derecha, dio en el vaci? y cay? redondo al suelo haciendo un gran
estruendo, digno de un elefante. Aquel sonido me congel? la risa. De
repente, todo era silencio en aquella suite del hotel Meridiano. Ninguno de
los nos movimos: ?l porque despu?s de ese golpe contra el suelo, no pod?a
hacerlo; y yo, expectante, a ver si era cierto que no se mov?a m?s. Los
segundos parec?an una eternidad y al cabo, cuando observ? que ni siquiera
jadeaba, me tem? lo peor. Alc? la cara del hombre y ten?a sangre en la
nariz, seguramente se la hab?a roto al caerse. Me incorpor? r?pidamente y me
ech? en un c?modo sof? de cuero que hab?a junto al hombre. Intent? relajarme
mientras segu?a observando ese corpach?n inm?vil tirado en el suelo de la
suite. Me levant? a coger el bolso y llam? a Nick.
-Ya era hora, cielo- fue su contestaci?n.
-Ven r?pidamente aqu?. Ha habido un problema- le dije.
-?Qu? ha pasado?
-Nick, ven de una puta vez aqu?. Lo ver?s t? mismo.
Colgu? y me dirig? al ba?o. Estaba hecho un desastre. Todo sudoroso y con la
blusa blanca arrugada. Mi cara era un poema con el maquillaje corrido. Me
temblaban las manos y no dejaba de taconear en el suelo de lo nervioso que
estaba. Me lav? un poco la cara y no me volv? a maquillar. Me arregl? la
blusa y sal? del ba?o. En ese momento, escuch? un forcejeo en la puerta. Era
Nick.
-?Qu? co?o ha... ostia, que hace en el puto suelo?- dijo Nick al entrar.
-Parece que est? muerto.
-Y te quedas ah? tan tranquilo.
-No ha salido nada bien. Las pastillas tardaron mucho tiempo en hacer el
efecto y el tipo se estaba poniendo cachondo. Luego...
Le cont? a Nick todo lo que hab?a pasado en la habitaci?n en la ?ltima media
hora. ?l escuch? atentamente.
-Mira, tal y como yo lo veo, lo mejor que podemos hacer es coger el malet?n
y largarnos cuanto antes. Por lo que sabemos, puede que est? as? por el
efecto de las pastillas. Y nadie muere por sangrar un poco por la nariz. As?
que, ?d?nde est? el malet?n?
-Est? escondido en un armario peque?o que hay dentro del ba?o. Nick, creo
que deber?amos llamar a una ambulancia para ayudar a este hombre.
-Est? bien. Coge el malet?n y cuando estemos a salvo te dejar? que llames a
la ambulancia o a qui?n quieras. Y, por Dios, maqu?llate. ?Has visto el
aspecto que tienes?
Fui al ba?o y saqu? las pinturas del bolso. Me pint? los ojos y los labios,
me arregl? el pelo y me perfum?. Luego, cog? el malet?n y regres? a la
suite.
-?Lo has abierto?- pregunt? Nick.
-No.
Lo puse en la cama y abr? el malet?n. All? dentro estaba lo que busc?bamos:
un mill?n de euros en billetes sin marcar, cortes?a de Mr. Penrose,
presidente ejecutivo de una de las empresas financieras m?s importantes de
Europa. El mismo hombre que estaba tumbado de cara en el suelo de esta suite
del hotel m?s caro de Bruselas. ?Muerto o vivo?, eso no lo sab?amos todav?a.
-Perfecto, ya es nuestro. Vamos, nena, ponte la chaqueta que nos vamos.
-No me llames nena.
-Yo no veo m?s que una preciosa mujer junto a m?.
No supe qu? contestar. Cog? la chaqueta y cediendo el malet?n a Nick,
salimos de aquella suite para no volver jam?s. Cogimos el ascensor y nos
bajamos en la planta 6, dos por debajo de la suite de Mr. Penrose. Nick
abri? la puerta de la habitaci?n 620 y entramos. Y seguimos con el plan tal
y como estaba concebido. Una hora despu?s, Nick y yo, Adam, sal?amos de
aquella habitaci?n rumbo al aeropuerto y a Madrid, desde donde viajar?amos a
R?o de Janeiro. De camino al aeropuerto, llam? al hotel para informar de que
Mr. Penrose hab?a sufrido un accidente y se encontraba tirado en el suelo de
su suite. Luego tir? el m?vil por la ventanilla del taxi.
Lo que no me esperaba era la jugarreta que Nick me ten?a preparada. Cuando
me dio mi billete, ni lo mir?, lo cog? y me lo met? en el bolsillo de mi
chaqueta. Al llegar al control de pasajeros, la mujer polic?a que estaba
mirando mi billete me dijo que la acompa?ara, "es un momento, nada m?s".
Mir? a Nick, que ya hab?a pasado, y me hizo un gesto como dando a entender
que no ser?a nada. Acompa?? a la polic?a a una habitaci?n y all? me solt? lo
que suced?a.
-Se?or, su billete es falso.
-No puede ser. Lo compr?...- y luego pens? en que Nick me la hab?a jugado.
-?D?nde compr? este billete?
Sab?a que si dec?a la verdad, la polic?a podr?a relacionarme con el atraco a
Mr. Penrose, as? que opt? por decir una mentira para salir de all? r?pido y
ya encontrar?a el modo de devolv?rsela a Nick, el muy cabr?n.
-Es cierto, me ha pillado. Us? un billete antiguo, lo escane? y puse los
datos nuevos. Supongo que...
-Tiene que pagar una multa de 1.000 euros y podr? irse.
Dos meses despu?s, me encontraba en una habitaci?n de un hotel situado en el
centro financiero de Bruselas, cerca de las oficinas de Penrose Investment,
la agencia financiera de Robert Penrose, el mismo hombre al que robamos un
mill?n de euros y dejamos tirado en la alfombra de su lujosa suite del Hotel
Meridiano. Tras lo sucedido en el aeropuerto, hab?a meditado con serenidad
mis siguientes pasos. Hab?a pagado aquella multa y mientras abandonaba el
aeropuerto en un taxi, me jur? que alg?n d?a me vengar?a del cabr?n de Nick.
Eran las doce y media y estaba en calzoncillos, sentado ante una mesa y con
un ordenador port?til delante de mis ojos. Cog? el tel?fono m?vil y marqu?
el n?mero de Mr Penrose. Una voz femenina y agradable me pregunt? que
quer?a.
-Me gustar?a hablar con el se?or Penrose. Tengo una propuesta financiera que
hacerle.
-Su nombre es...- pregunt? la joven voz de mujer.
-Me llamo Hamilton, Peter Hamilton. Soy un importante hombre de negocios y
me gustar?a tener una cita con el se?or Penrose.
-De acuerdo, se?or... Hamilton. El se?or Penrose se encuentra reunido ahora
mismo. Si me deja su n?mero de tel?fono, le dejar? un aviso para que le
llame cuando pueda.
-Ok, mi n?mero es 600124586. D?gale que es urgente y que me puede llamar a
cualquier hora. Estar? poco tiempo en Bruselas. ?Ha escuchado bien?
-S?, se?or Hamilton, no se preocupe. Le mandar? el aviso ahora mismo.
Colgu? el tel?fono y abr? un visor de fotos. Delante m?o ten?a una foto de
Nick sacada hace unos d?as y por lo que se ve?a, se lo estaba pasando en
grande en alg?n club de R?o de Janeiro.
A las 4 de la tarde recib? la llamada de la secretar?a de Robert Penrose. Un
minuto despu?s habl? con ?l y quedamos en citarnos el d?a siguiente en su
despacho. De momento, mi plan empezaba bien.
Llegu? puntual a las oficinas, a las nueve de la ma?ana, disfrazado del
se?or Hamilton: un hombre ancho y con barriga de unos 50 a?os. Me present?
ante la recepci?n y me dijeron que subiera a la planta 15. Al llegar all?,
la secretaria de Penrose me pidi? que esperara unos minutos mientras su jefe
pon?a en orden los asuntos del d?a. Al cabo de un cuarto de hora, el propio
Penrose sali? a recibirme.
-Mi querido se?or... Hamilton.- dijo con voz afable y como si me conociera
de toda la vida. Los negocios son los negocios.
-Peter, Peter Hamilton, se?or Penrose.
Nos dimos la mano y entramos en su amplio y moderno despacho en el que hab?a
un sofa de cuero m?s caro que un viaje en avi?n de costa a costa y donde se
ense?oreaba un cuadro de Picasso, no s? si real o aut?ntico. Me indic? que
me sentara en un sill?n y ?l se sent? en el sof?.
-?Quiere tomar algo?
-No acostumbro a beber tan temprano.
-Oh, vamos, no me refer?a a eso. Puedo decirle a la secretaria que nos
traiga unos caf?s.
-Est? bien, un caf? me ir? bien. Solo y con az?car.
-Perfecto. Yo tomar? uno igual.
Mientras hac?a el pedido a la secretaria, observ? que ten?a una marca en el
puente de la nariz. Por lo dem?s, no parec?a tener ninguna secuela m?s de
nuestra anterior cita.
-Bien, se?or Hamilton, ?a qu? debo el honor de esta visita?
-Bueno, ser? franco con usted. S? que hace unos dos meses tuvo un incidente
en el Hotel Meridiano y que le robaron cierta cantidad de dinero y ... -
observ? que se estaba quedando l?vido.
-?C?mo sabe usted eso?- dijo con cierta tirantez.
-Tengo mis fuentes. No he venido para chantajearle ni nada parecido. S?lo
quiero ayudarle a recuperar su dinero.
-Vaya, ?qu? es usted, un samaritano?
-No exactamente. Simplemente soy un hombre que busca venganza. S? qui?n le
rob? el dinero y d?nde est?.
-Ya, aquella maldita puta rubia, no. ?C?mo me enga?? la muy jodida!
-Bueno, ella no tiene nada que ver con el asunto.
Me mir? incr?dulo pero con el ?nimo interesado.
-?Ah no?, ?y qui?n fue entonces?
Abr? el malet?n y extraje la fotograf?a de Nick. Se la pas? y aprovech? para
tomar un sorbo del soberbio caf? solo que hab?a tra?do la secretar?a.
-Qui?n es este tipo?- dijo Penrose sin apartar la vista de la fotograf?a.
-Es Nick Jansen, el hombre que le rob? el mill?n de euros, y como puede
observar, est? disfrutando de esa pasta a lo grande.
-Bah, no tiene estilo... malgastarlo con unas putas brasile?as.- dijo en
tono de reproche. -?Y usted qu? quiere a cambio, se?or Hamilton?
-Yo quiero venganza. A m? tambi?n me rob? este hombre.
--------- Continuar? --------------
Cheryl
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