Las Cinco Amigas (The Five Friends) 15-33 free porn video

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Siento mucho el retraso en terminar esta historia. Aqu? pongo las partes que faltan para terminar el primer libro. Comentarios, opiniones, o lo que quer?is, pod?is dirigirlos a [email protected]. Comments welcome. You may locate me at [email protected] *************Decimoquinta parte************* Cuando bajamos las escaleras, yo era una chica nueva. Estaba cansada y sudada y seguro que mi maquillaje necesitaba un retoque bastante importante, pero me sent?a contenta. Ni siquiera la incomodidad de mis tendones de aquiles y su forzado ?ngulo, ni la perpetua desnudez que sent?a con las piernas al aire y el sexo s?lo cubierto por mi blusa oscurec?an mi ?nimo. -Ya era hora de que las se?oritas se dignaran a aparecer -grazn? Mercedes, que estaba en el pasillo, delante de mi puerta. A su lado hab?a un hombre musculoso, de cabello corto y casta?o, cortado a cepillo. Me sacaba una buena cabeza y pico, lo que le convert?a en un gigante a mis ojos, pero no estaba muy lejos de lo que hab?a sido mi talla masculina. Ten?a cara ani?ada, cejas gruesas y rectas y llevaba puesta una sonrisa que le produc?a hoyuelos en las mejillas. Vest?a una camiseta ajustada que marcaba sus poderosos pectorales, y pantalones de chandal, zapatillas deportivas incluidas. Nos esperaba con los brazos en jarras. -Perd?n -dijo Dalia, mirando alternativamente a ambas personas. Yo, por mi parte, estaba roja de verg?enza y manten?a la mirada baja. Ni un ruidito sali? de mi garganta. -Usted, Dalia, v?yase con Alberto a cumplir su horario. Yo me quedo con Laura a ver si podemos recuperar algo el tiempo perdido. -Pod?is hacer lo que quer?is en vuestro tiempo libre -terci? el hombre, que ten?a una voz grave y agradable-, pero ten?is que cumplir los horarios. -...O habr? consecuencias -amenaz? Mercerdes. -Bueno, bueno... -acab? Alberto, haciendo un gesto con la mano, como quitando hierro al asunto. Un momento despu?s, mi amiga y ?l desaparecieron por el pasillo, dej?ndome a solas con la se?orita Rottenmeyer. -Tiene usted cinco minutos para arreglarse ese desastre de maquillaje... -observ? mi manera de moverme antes de volver a hablar-. Me alegra ver que, al menos, algo ha interiorizado de su primera clase. Estupendo. No me atrev? a sonre?r ante ese disimulado elogio. Hice bien. -Por cierto, se?orita... Me qued? quieta casi cuando ya hab?a asido el pomo de la puerta del ba?o de mi habitaci?n. -Qu?tese las sandalias. -?Qu?? -pregunt?, horrorizada. -As? sabr? con seguridad que va a ser m?s... diligente ah? dentro. De esta manera, inc?moda, sobre los dedos de mis pies y poniendo mi infantil gesto de frustraci?n (morritos y ce?o fruncido) entr? al servicio. La tarde fue dura. Los minutos se me hac?an horas. Las horas d?as. En primer lugar, no me permiti? calzarme en las dos primeros tercios de la clase. Al principio fueron los gemelos. Luego los tobillos y los dedos de los pies. Al final, todas las piernas y hasta la espalda. Lleg? un momento en que pr?cticamente lloraba de dolor. Y eso a pesar de que gran parte de esas horas me ense?? las posturas que deb?a adoptar en la cama. -Un se?orita debe ser elegante y sexy hasta cuando duerme -dec?a. Casi todas las poses implicaban que estuviera boca abajo o de lado. En el primero de los casos ten?a que estar con las piernas dobladas hacia arriba y muy juntas, entrecruzando los tobillos como opcional. En el segundo, mi torso quedaba necesariamente retorcido hacia un lado y la pierna superior ca?a por delante de la otra, creando un dram?tico efecto de multiplicaci?n del tama?o de mi culo. Poco a poco fui siendo consciente de que, ni siquiera tumbada, ni en la cama, iba a estar c?moda. Que mi vida iba a ser una tortura. En realidad, no es exactamente as?, pero me cost? varios meses adaptarme a todo mi nuevo y limitado juego de movimientos. En realidad, de no ser por el ejercicio f?sico y los cuidados que mi marido me paga, creo que hace tiempo que habr?a tenido alg?n serio problema de espalda. En la ?ltima hora permiti? que mis pobres pies volvieran a descansar sobre sus tacones, pero eso no disminuy? ni un ?pice la intesidad de los ejercicios, que centr? en caminar desde los habituales pasitos cortos hasta los m?s r?pidos que mi cuerpo permit?a, que no lo eran mucho. -Muchas veces -explic?- estar?s cansada y dolorida. Pero eso no significa que puedas relajar tus maneras. Jam?s. ?Qu? raz?n ten?a! Pero eso lo s? ahora. En ese momento s?lo deseaba... bueno, iba a decir que estrangularla, pero lo que en realidad quer?a era quedarme sola para llorar por todos los malestares que me estaba causando esa cruel mujer, posiblemente como venganza por mi retraso. Estaba segura de que en cualquier momento me iba a dar un calambre que me iba a dejar tiesecita. Sin embargo, no fue as?, a pesar de todo. -Por cierto, Laura, no apriete los dientes si le duele algo. Relaje la mand?bula y sonr?a. Cuanto m?s inc?moda est?, cuanto m?s dolorida, m?s debe mostrarse dulce y amable. As? lo hice. Sin embargo, cualquiera que leyese mi mirada sabr?a que, en realidad, distaba de estar contenta. Esta segunda lecci?n hab?a sido completamente en mi habitaci?n. Apenas se despidi? con un temible "hasta ma?ana a la misma hora, espero que sea puntual", me descalc? y sub? a la cama. Ten?a la idea de tumbarme como mi viejo ser: boca arriba con las piernas separadas, las rodillas dobladas de manera que s?lo el culo y los pies tocasen la s?bana. Sin embargo, fui incapaz. Algo en mi interior mi obligaba a interiorizar las lecciones y a ponerlas en pr?ctica. Lo deseaba con la misma intensidad con que lo rechazaba. Al final, acab? de lado, con el torso hacia arriba y los dos empeines doblados hacia atr?s, pegados al culo. De las posturas estudiadas, era la que menos molestaba a mis doloridos m?sculos. La espalda no descansar?a hasta la noche. Puse la tele para distraerme con los concursos previos a los informativos. ?C?mo echaba de menos un buen libro para leer! Despu?s de la cena (tan escasa como de costumbre) no ten?a a?n ganas de acostarme y no estaba dispuesta a dejarme vencer por el sue?o. Decid? ir a buscar a Dalia. Me hab?a dado cuenta de que ella sab?a perfectamente cual era mi habitaci?n. La mayor?a de las puertas estaban cerradas, pero yo sol?a dejar la m?a entreabierta. Quiz? por eso me hab?a encontrado. Salt? sobre mis sandalias. Asom? la cabeza fuera. Todo estaba tranquilo, como siempre. Estaban apagadas la mayor?a de las l?mparas, lo que daba al pasillo un aspecto l?brego, como de pel?cula de miedo barata. Por fuerza, la habitaci?n de Dalia ten?a que estar a la izquierda de la m?a. A la derecha estaba el corto trayecto hasta el ascensor, el cuarto de depilaci?n donde hab?a recibido mis primeras clases y poco m?s, pero el otro lado me era completamente desconocido, adem?s de mucho m?s largo. Al mirar hacia all?, lo ?nico que destacaba en la oscuridad era el dibujo que hac?a en el suelo la luz amarilla de una habitaci?n que, como la m?a, ten?a la puerta entreabierta. Por alguna extra?a asociaci?n de ideas, decid? que Dalia deb?a actuar como yo, as? que necesariamente ten?a que ser ella. Y de todas formas, no iba a empezar a abrir puertas al azar a ver lo que encontraba dentro. Me acerqu? silenciosamente... o esa era mi intenci?n. Los tacones que estaba obligada a llevar no eran muy discretos. Quien estaba dentro no era Dalia. De todas formas, no me hab?a o?do llegar. La escena era muy extra?a. Dejadme que os la cuente: Era una chica joven. Preciosa, realmente preciosa. La m?s guapa que hab?a visto hasta el momento, lo que ya era mucho decir. Al contrario que la artificiosidad de Dalia o la sofisticaci?n de Isabel, representaba la misma esencia de la naturalidad. Su pelo era largo y liso. Los colores forzados de mi amiga o el m?o propio eran un marcado contraste con el suyo, de un dorado oscuro desde el nacimiento hasta las puntas. Su melena, de cabellos finos ca?a sobre sus hombros y su espalda, enviando destellos cuando mov?a, casi agitaba, la cabeza con frustraci?n. Miraba hacia abajo, pero pude ver que sus ojos eran grandes, m?s que los m?os, que no eran precisamente peque?os. Pude distinguirle unos iris verdes con motitas amarillas cerca de la pupila. Si no estuviera tan concentrada, por fuerza me habr?a tenido que ver igual qe yo la ve?a a ella. Su nariz era corta y recta, en perfecta armon?a con su rostro, como lo estaban sus labios, de suave color rosado que parec?a suyo propio, enmarcando una boca grande. Estaba desnuda. Su pijama era un mont?n de ropa en una esquina de la habitaci?n. Era muy delgada. Sus costillas se adivinaban en su costado, sin llegar a marcarse como en una enferma. Su cintura era tan breve como la m?a. Su culo era considerablemente m?s peque?o, pero perfectamente redondo y apretado, quiz? por el esfuerzo que estaba haciendo. ?Que bonito culo, qui?n lo tuviera! Pero sus pechos... ?Ay sus pechos! Eran tan desproporcionados como mi trasero en m?. Al contrario que las siliconas de Dalia o lo que quiera que tuviera la chica que hab?a visto el d?a anterior en la cafeter?a, los suyos, como todo en ella, eran de verdad. Lo cual representaba que no estaban precisamente muy firmes. De pie como estaba, y debido a su gran volumen, colgaban hasta m?s all? del ombligo. Sus pezones, grandes y rosados con una ar?ola a juego en tama?o y color, miraban directamente hacia los dedos gordos de sus pies que, por cierto, estaban descalzos y apoyados totalmente sobre el suelo. Se peleaba con algo que rodeaba su cintura y desaparec?a entre sus piernas. Algo met?lico y duro. Sus bamboleos y tirones hac?an que tanto su pelo como, sobre todo, sus pechos, bailaran de manera incontrolada y la molestaran continuamente. El pelo se lo apartaba con sus finas manos, pero los pechos parec?an un incordio al que no estaba acostumbrada. La pobre seguramente se hab?a despertado as? hac?a poco. Algo extra?o en su rostro llam? mi atenci?n: su expresividad. O mejor dicho, la falta de ella. Su rostro no mostraba ni una arruga... pero tampoco ni un solo gesto. Sus finas cejas, tambi?n rubias, no se mov?an. Ni lo hac?a su frente. S?lo sus labios y mand?bula romp?an la apariencia de una mu?eca de porcelana. Su piel tan blanca en todo el cuerpo, reforzaba esa sensaci?n. Trat?, sin desvelar mi presencia, de adivinar con qu? estaba luchando. Pude verlo un par de momentos en que gir? su torso hacia m?. As? pude ver que, como yo, como Dalia, no era una mujer completa. Ten?a pene, y tambi?n test?tulos. Sin embargo, el primero estaba metido dentro de una especie de tubo r?gido, probablemente met?lico, que lo empujaba entre los segundos, apuntando directamente hacia abajo. Apenas una puntita del glande asomaba fuera. El extra?o artilugio se completaba con la tira met?lica que habia visto alrededor de la cintura. Finalmente, la chica, despeserada, abandon? su lucha y se arrodill? sobre la cama, llorando. Sus pechos quedaban desparramados a ambos lados de su cuerpo. No es s?lo que estuvieran ca?dos es que, desde luego, eran enormes. No me pareci? el mejor momento para presentarme as? que, con m?s cuidado a?n, volv? a mi habitaci?n. Despu?s de mis obligaciones nocturnas, ya con la cara limpia, me acost?. La chica era hermosa. Me cambiar?a por ella. Parece al menos conservar sus sexo intacto, aunque est? temporalmente prisionero. Sus pechos eran desde luego un incordio y muy llamativos, pero estaba entonces despertando poco a poco en m? un deseo de ser una rubia tetuda, deseo que no ha hecho m?s que aumentar con los a?os. Sin embargo, soy completamente consciente de que jam?s lo ser?. Yo soy una morena culona, y esas son mis armas de mujer. Mientras Dalia seduce con sus labios gruesos y con sus pechos grandes, mientras ella seduce de cara, yo tengo que seducir con mi culo, de espaldas. No es que no guste a los hombres... es que no me gusta a m?. Pero son mis cartas, y con ellas tengo que jugar. Pero estoy adelantando acontecimientos... Volvamos a aquella noche. La rubia, el encuentro casi sexual con Dalia y mi propia imagen una vez m?s rondaban por mi mente mientras el cansancio me venc?a. ?Qu? me deparar?an los sue?os esa noche? *************Fin de la decimoquinta parte************* *************Decimosexta parte************* Hac?a bien en temer los sue?os que pudiera tener. Pero mis ideas ni siquiera se hab?an acercado a lo que iba a pasar por mi mente dormida. No los protagonizaron ni la nueva chica rubia, ni Dalia... ni siquiera yo misma. Volv? a estar mi yo masculino, aunque de una forma difusa... como si estuviera dentro de una carcasa, como de una armadura cuyo yelmo s?lo dejaba mis ojos fuera. Los sue?os tambi?n eran profundamente sexuales, como todos los que recordaba desde mi despertar en el hospital. Pero el objeto del deseo esa noche fue alguien mucho m?s perturbador. Especialmente, para un var?n como yo: Alberto, el musculado profesor de Dalia. Lo peor de todo es que lo deseaba ardientemente. Le arrancaba la ropa con pocos miramientos, y le besaba hasta meterle la lengua en la garganta. ?l, con esa amabilidad que s?lo tiene lugar en los sue?os, me explicaba que me iba a follar el culo durante horas y horas. Si quer?a hacerme una paja, era cosa m?a. Me agachaba y separaba mis nalgas para ?l. Me d? cuenta que algo no andaba bien, ya que yo, como hombre, iba m?s bien escaso de trasero. Sin embargo, mis manos no abarcaban cada una de mis nalgas. Me penetr?. De golpe, sin preparaci?n ni cuidado. La sensaci?n fue agradable. Yo no la esperaba de otra manera. Con mis nalgas firmemente apoyadas en su pelvis y deseando que me bombeara, llev? mi mano a mi polla. Quer?a masturbarme. Quer?a sentir placer. Deseaba derramar mi semen por el suelo mientras Alberto llenaba mi culo del suyo. Al principio, me sent? extra?o. Sus empujones cada vez que se clavaba en m? eran m?s y m?s placenteros, pero yo no lograba encontrar mi verga. Harto de buscarla a ciegas, baj? la vista para localizarla visualmente. No estaba. No hab?a nada. De cintura para abajo, mi cuerpo hab?a desaparecido. S?lo un mu??n redondo debajo del ombligo. Levant? mis manos y descubr? que tampoco ten?a brazos. Por eso no pod?a tocarme, pens? con la l?gica de quien duerme. Alberto fue sustituido por una risa mal?vola. Al volverme, vi a Mercedes, desnuda, con cuernos y rabo se?al?ndome, con una enorme cimitarra en las manos. Justo entonces, me despert?. Con el coraz?n acelerado, empapada en sudor fr?o. Lo primero que hice fue recorrer mis brazos entre s?. Sentirlos. Luego hice lo mismo con las piernas. Por ?ltimo, busqu? la luz de la mesilla. La sensaci?n de estar mutilada segu?a mand?ndome escalofr?os por la espalda, y la horrible voz del diablo en forma de mujer resonaba a?n en mi cabeza. Poco a poco fue recuperando la calma. Desde que era mujer, no hab?a logrado dormir de un tir?n ni una sola vez. Me puse de lado. Recordaba las lecciones de Mercedes, y deslic? mi pierna superior hacia abajo para acentuar las curvas de mi culo. Aunque estuviera sola. Pens? en lo que hab?a pasado. Alberto era un hombre atractivo. Demasiado musculado quiz?... pero desde luego ??no me atra?a!! Pero... ?qu? es lo que me atra?a? Me gustaban las mujeres, desde luego, pero de manera diferente a mi anterior vida. Ya os he contado que las ve?a como s?mbolo de belleza, no como objeto de mis deseos... Aunque tambi?n ten?a que reconocer que hab?a algo en Dalia... no s?. Desde luego, no era lo mismo que ve?a en Isabel, por ejemplo. En el encuentro en las escaleras... ?Podr?a haber pasado cualquier cosa! Eso claro, suponiendo que no fuera como yo. Que tuviera alg?n tipo de capacidad sexual con su pene. Despu?s de lo que hab?a visto esa tarde, estaba razonablemente segura de que ten?a al menos erecciones. Pero en tal caso... ?c?mo ser?a un encuentro sexual entre ambas? ?Ella disfrutar como activa y yo s?lo entregarme como pasiva? ?Ser?a verdad que no pod?a tener orgasmos? ?De ninguna manera? Entonces, un nuevo escalofr?o me recorri? la espalda. Hasta entonces hab?a sido realmente inocente... ?Que no tenga vagina no quiere decir que no me puedan follar! ?C?mo lo hacen los homosexuales? ?As? estaba destinada yo a dar placer? Todo el mundo dice que cuando te follan el culo sientes dolor. Que luego ese dolor se transforme o no el placer es algo que var?a seg?n las fuentes... ?Oh, Dios! Claro que en mi sue?o hab?a sido muy agradable desde el principio... Volviendo a reposar sobre mi espalda, pas? con curiosidad mi mano por mi perineo. Tuve que apartar mi micro-pene primero. Ese triste recordatorio de mi pasado masculino era la parte m?s humillante de todo lo que me hab?a pasado: presente pero a la vez completamente in?til para todo. La sensaci?n al acariciar el espacio entre mi antiguo sexo y lo que es el m?o actual era muy agradable. La zona se hund?a un poco si apretaba, lo que disparaba un extra?o placer interno, parecido a unos suaves calambres el?ctricos que recorr?an las piernas y el vientre. Intent? bajar esos dedos hasta el ano. De nuevo tuve que apartar otro recordatorio de mi situaci?n, pero en este caso de mi nueva y desproporcionada feminidad: con una mano agarr? una de mis nalgas para lograr llegar a mi peque?o agujero. Record? de mis experiencias en la taza, intentando evacuar, que realmente era diminuto. Al tacto, sin embargo, lo sent?a m?s o menos como siempre. No era capaz de discernir su nueva estrechez. La caricia me gustaba. Externa, naturalmente. ?C?mo se me iba a ocurrir meterme nada, ni siquiera la puntita de una u?a, dentro del culo! Poco a poco, la simple experimentaci?n se transform? en excitaci?n, exactamente igual que me hab?a pasado cada vez que, de noche, me despertaba en la soledad de mi habitaci?n. Not? c?mo mis pechos empezaban a desear roces y pellizcos mientras segu?a acariciando mi ano. Hac?a c?rculos con mi dedo alrededor, incluso haciendo algo de presi?n en el mismo centro. El agujerito segu?a cerrado y estrecho a pesar de mis caricias. Hab?a le?do que el esf?nter se relajaba si se le acariciaba el tiempo suficiente. O no sab?a hacerlas, o mi ano funcionaba de manera diferente. ?C?mo iba a saber yo entonces que me hab?an dise?ado as? de estrecha para dar el m?ximo de placer cuando me penetrasen! A costa de mi sufrimiento, claro. Aunque tampoco es todo tan blanco o negro. Ya lo explicar? m?s adelante. Me encontr? con la frustrante disyuntiva de no poder tocar mis pechos si segu?a acariciando mi ano, ya que al soltar las nalgas, mi culo quedaba totalmente cubierto por ellas. Y entonces descubr? que estimular mis diminutas tetitas sin sumarlo al masaje anal no resultaba ni la mitad de satisfactorio, pero si segu?a con mi agujerito, mis pezones lloraban por recibir algo de atenci?n. Por fin, tan frustrada y tan ardiente de deseo como cada noche, deseando locamente ese orgasmo que jam?s llegar?a, trat? de dormirme. Me cost?. Cost? tranquilizar mi cuerpo y mi mente para poder entregarme al descanso que tanto necesitaba para soportar los esfuerzos de cada d?a. Mi mente se debat?a entre la idea de ser un homosexual, algo que no pod?a aceptar ni a?n siendo mujer, y el hecho objetivo de que yo, ahora, a casi todos los efectos pr?cticos, era una mujer, por lo que sentir deseo por los hombres era normal y l?gico. Quedaba poco tiempo para el amanecer en el que tendr?a que volver a ejecutar mi diaria rutina de belleza, antes siquiera de desayunar. *************Fin de la decimosexta parte************* *************Decimos?ptima parte************* No tard? mucho en volver a encontrarme con la misteriosa rubia con carita de mu?eca de porcelana. Por la ma?ana, ya recuperaba de mi deseo sexual insatisfecho y tras la lenta rutina de embellecimiento, fui a desayunar bastante pronto. Isabel me di? quince minutos para hacerlo antes de sus clases. Yo se lo agradec?, ya que segu?a perpetuamente hambrienta. -Observa que tripita tienes -me contest?-. Completamente plana. Cuando te sientas se pliegua hacia dentro en vez de hacia afuera. Y eso se mantendr? as? gracias a llevar un exhaustivo control de tu alimentaci?n. Si te abandonaras a la gula, podr?as acabar gorda y fofa. Eso es algo que no puede pasar. Hubo algo en su mirada, entre pena y advertencia, que me convenci? de que era mejor sentir un vac?o en el est?mago que la alternativa. -?Ese culo! -lleg? a gritarme cuando me alejaba hacia el ascensor, al ver que, concentrada en la postura de mis brazos y manos, no lo mov?a lo suficiente al caminar. Coincid? con Dalia. Acababa de terminar su periodo de gimnasio matutino y estaba reci?n duchada. A?n ten?a el pelo h?medo, aunque se hab?a maquillado. Al parecer ella tambi?n en el cuidado de su apariencia ten?a m?s manga ancha que yo. Eso ten?a que ver tambi?n con el diferente tipo de mujer que est?bamos destinadas a ser. Sin embargo, en ese momento s?lo sent? envidia: su rutina parec?a mucho m?s relajada que la m?a. Naturalmente, nos sentamos juntas. Apenas hab?amos tenido tiempo de empezar a charlar cuando entr? a la cafeter?a la chica de la noche anterior. Ten?a el mismo aspecto de "primera vez" que yo hab?a aprendido a distiniguir en las nuevas. El mismo que deb?a tener yo cuando Dalia me sonri? y me invit? a su lado. -Anoche, cuando te fui a buscar -reconduje la conversaci?n que est?bamos teniendo en ese momento-, me encontr? con esa chica. -?S?? -contest?-. ?Y te presentaste o algo? Le cont? lo que hab?a pasado en mi furtivo paseo. Especialmente, el extra?o artilugio que aprisionaba su sexo obviamente masculino. Dalia no dijo nada. Se limit? a asentir. -?Tienes idea de lo que puede ser eso? -termin? por preguntarle directamente. -?Ay, Laura, hija, que inocente eres a veces! -?Esta claro que es un cintur?n de castidad! -Pero... ?Eso no es algo que usan s?lo las mujeres? Dalia ri? con su risa abierta, sincera... y vulgar. -A?n no tienes ni idea de en qu? estamos metidas, ?verdad? -dijo, cogi?ndome un antebrazo con cari?o, como queriendo disculparse por su rudeza anterior-. En el poco tiempo que llevo en este sitio he visto muchas cosas que antes no conoc?a. Esos cinturones son una de ellas, y no la peor... -Entonces t?... -me interrump? a medias. Neg? con la cabeza, significativamente. Ella ten?a su sexo tan libre como yo, aunque probablemente m?s ?til. Me hab?a sonrojado tanto que no me fui capaz de preguntarle m?s. Poco tiempo despu?s, con su bandeja en las manos, la nueva chica pas? por nuestro lado. Ambas la mir?bamos en silencio. En un momento determinado, su vista se cruz? con la nuestra. Era dif?cil adivinar su ?nimo por las expresiones de su rostro. M?s concretamente, por la asusencia de las mismas. Por encima de los ojos, no hab?a ning?n movimiento. S?lo los labios pose?an expresividad en su faz de belleza sin igual. Por lo dem?s, vest?a el mismo pijama que las dem?s internas, y un zapato plano que me di? bastante envidia. Su m?s que generoso busto quedaba bastante disimulado, debido a que su falta de firmeza lo hac?a reposar por gran parte de su torso en vez de las llamativas bolas de silicona de Dalia. Llevaba el pelo recogido en una cola de caballo. Era la ?nica mujer en toda la sala y, por lo que recordaba, en todo el centro, que luc?a un peinado tan sencillo. Como sencillo era tambi?n su maquillaje. Casi podr?a afirmar que ni llevaba. S?lo al tenerla cerca pod?a verse la fina capa base que ten?a sobre el rostro. Por supuesto, fue Dalia la que tom? la iniciativa, armada de su gran sonrisa enmarcada por sus labios gruesos. -?Hola! -dijo-. ?Te gustar?a sentarte con nosotras? Se qued? quieta. En su m?scara perfecta s?lo un ligero temblor de labios indic? una cierta inseguridad. Un momento m?s tarde asinti? con la cabeza. Eligi? una silla enfrente de nosotras. -Muchas gracias -fueron sus primeras palabras-. Me despert? ayer aqu? y no tengo ning?n conocido aqu?. De hecho -continu?, mirando al infinito durante un momento-, ni siquiera estoy seguro de donde estoy. O de quien soy. Dalia y yo nos miramos significativamente al ver c?mo segu?a utilizando el masculino para hablar de s? misma. La pobre deb?a estar tan terriblemente desorientada... Dejadme que hable un momento de su voz. La m?a era casi infantil. La de Dalia m?s grave pero profundamente femenina. La de nuestra nueva amiga era la sublimaci?n de la feminidad. Ten?a un tono y un timbre simplemente maravilloso. Era tan aguda como la m?a, pero con un punto de madurez del que yo carec?a por completo y para siempre. -Yo soy Laura -expliqu?-, y mi amiga es Dalia. Nosotras tambi?n nos despertamos aqu? "cambiadas". Las dos provenimos de una selecci?n de personal... -...?En octubre? -nos interrumpi?-. ?Yo soy el n?mero tres! -exclam?, se?al?ndose el pecho con la mano abierta en un gesto tan femenino como involuntario. Nos abraz? como un na?frago se aferra a la ?nica tabla que flota en un mar embravecido. Los siguientes diez minutos consistieron en cientos de preguntas sobre su nueva situaci?n. Las mismas que hice yo y seguro que las mismas que casi todas las chicas hacen en cuanto tienen ocasi?n. La charla termin? cuando su tutora, una mujer pelirroja de pelo alborotado que yo no conoc?a, vino a buscarla. As? descubrimos, al oirlo, que el nombre de la nueva chica era Natalia. Apenas hab?a tocado su desayuno. ?Qu? similares ?ramos todas! Record? que Isabel s?lo me hab?a dado quince minutos y dado que mi reloj corporal segu?a sin dar se?ales de vida, me apresur? a volver a mi piso en cuanto me desped? de Dalia. -No quiero volver a llegar tarde. Ya tuve bastante con la charla de ayer. -No le des tanta importancia a menudencias -ri? Dalia, que no se tomaba demasiado en serio a Mercerdes. ******* El resto de la jornada transcurri? en lo que se estaba convirtiendo en rutina: belleza por las ma?anas con Isabel y gestos y movimientos por las tardes con Mercedes. Y as? los d?as fueron transcurriendo poco a poco. Me levantaba pronto, como ser?a una rutina para el resto de mi vida: ?ten?a que estar guapa antes de empezar a hacer nada! Poco a poco se fue implantando en mi subconsciente la idea de que nadie me pod?a ver sin maquillaje. Ni siquiera mi futuro e hipot?tico marido. Las ma?anas con Isabel eran amenas y divertidas. Cada vez iba logrando una mayor maestr?a en los juegos con los colores, aprendiendo a usar dos tonos en la sombra de ojos, por ejemplo. Al comienzo de la segunda semana, ya controlaba perfectamente la cantidad de cada producto que ten?a que utilizar para lograr un aspecto no demasiado artificial y lo m?s discreto posible, dentro de lo necesario que eran los afeites para destacar mis cualidades faciales y disimular mis defectos. Isabel, al ver la rapidez de mis progresos, a?adi? las lecciones sobre perfumes bastante pronto en el curso. Pronto aprend? la diferencia entre una ligera agua de colonia de diario y un perfume en el sentido estricto, apta para las noches y circunstancias excepcionales. Por las tardes, la dura Mercedes parec?a tambi?n orgullosa de m?. Hab?a interiorizado los movimientos y los gestos de tal manera que parec?an innatos. Me mov?a con soltura en la artificiosidad de cada una de las poses y pasos que estaba obligada a realizar en mi vida. Acababa por las noches extenuada y dolorida, pero feliz de estar convirti?ndome en la Laura que quer?a ser... ?o era la que quer?an que fuese? A veces era muy dif?cil saber qu? deseos eran m?os y cuales ven?an implantados o eran frutos de la sutil manipulaci?n Ve?a menos a Dalia de lo que me hubiera gustado. Ella ten?a m?s clases que yo y los horarios no se solapaban exactamente, as? que hab?a d?as enteros en los que no coincid?amos. Cuando Isabel se iba y no pod?a estar con mi amiga, me sent?a mal. Al parecer ahora era mucho m?s dependiente de lo que antes hab?a sido. Yo, que estaba satisfecho viviendo s?lo y que mi vida se desarrollaba con pocos amigos y pocas relaciones sociales, ahora no pod?a pasar sin estar cerca de aquellas personas que me inspiraban confianza. No obstante, cuando est?bamos juntas, a veces incluso con Natalia, ?ramos razonablemente felices. En cuanto a nuestra nueva compa?era, la tercera de las cinco de aquella "selecci?n de personal", pronto pas? a ser una parte integrante de nuestro peque?o grupo. Le costaba adaptarse a su nuevo cuerpo... y a su nueva mente. Los primeros d?as sufr?a en ocasiones tensiones internas que la dejaban en blanco durante un rato. En ocasiones cerraba los pu?os y hablaba con expresiones masculinas y gestos violentos que estaban realmente fuera de lugar en su delicado cuerpecito femenino. A medida que el tiempo transcurr?a, esas fases fueron desapareciendo. En su lugar, fue emergiendo una personalidad muy dulce, m?s que la m?a, y por supuesto m?s que la de Dalia. Era tan tierna que, cuando est?bamos en el parque de la azotea, pod?a ser capaz de llorar con la simple belleza de una puesta de sol, por ejemplo. Se hab?a acostumbrado bastante pronto a la falta de capacidad gestual en su rostro. Para m? resultaba desconcertarte ver rodar l?grimas sin fruncir el ce?o ni arrugar las cejas siquiera un poquito. Expresaba casi todas las emociones tan s?lo con los labios y la mirada, pero a?n as? costaba interpretarla. Igual que yo segu?a odiando mi enorme culo, ella ten?a el mismo tipo de sensaciones con sus enormes pechos ca?dos. De hecho, su falta de firmeza hac?a que rebotaran y se agitaran cada vez que intentaba caminar r?pido, no digamos ya correr, incluso le resultaba doloroso el movimiento cuando era muy brusco. Desarroll? un gesto muy caracter?stico que la acompa?ar?a siempre, a?n cuando, ya fuera del hospital, vistiera ropa de calle, sost?n incluido: sujetar con un brazo su pecho cada vez que se agachaba. No era para no exhibirse, sino para evitar que sus tetazas se interpusieran en lo que quisiera hacer. -Estos pechos son una verdadera molestia, Laura, siempre est?n molestando en lo que hago, no sabes la suerte que tienes -me sol?a decir a menudo. Eso me hac?a pensar que cada una quiere precisamente aquello de lo que carece. Yo hubiera matado por su pelo y su figura en general... aunque hubiera preferido unas tetas m?s discretas, desde luego. De las partes m?s ?ntimas de nuestra anatom?a ninguna de las tres hablamos. Estaba segura de que ellas estaban tan intrigadas sobre esa parte de m? como yo lo estaba sobre ellas, pero no encontr?bamos el momento, a pesar de nuestra creciente confianza. Y mis noches... mis noches siempre eran terribles. Ni una sola vez la pas? sin tener deseo sexual, sin desear correrme como lo hac?a cuando eran hombre... o de alguna nueva manera que pudiera descubrir siendo mujer. No os tengo que explicar que todas mis caricias, todos mis esfuerzos, todos mis t?mdos experimientos fueron infructuosos. Al parecer, pod?a desear mucho y sentir casi todo, pero la satisfacci?n final estaba fuera de mi alcance. Todas las noches llor? antes de dormir. Al acabar esa primera semana, un d?a Isabel apareci? con un regalo. -Laura -me dijo, casi al final de su clase-, no me gusta c?mo te apura el riesgo de llegar tarde a clase. Nunca sabes qu? tiempo ha pasado, o en qu? momento de la clase te encuentras. No s? si te han dise?ado as?, o si es un efecto secundario, pero he consultado a mis jefes y no hay ning?n motivo para tenerte en esa incertidumbre continua. Adem?s - a?adi?-, las preocupaciones causan arrugas. Asi que me he permitido este peque?o capricho... Me entreg? una peque?a caja azul. En su interior, hab?a un discreto reloj de pulsera, de correa met?lica, muy peque?o y discreto. No ten?a despertador ni calendario, ni ninguna de las filigranas que yo les ped?a a los mostrencos que usaba siendo var?n... ??pero era un reloj!! ??y era precioso!! Me la hubiera comido a besos si no me lo hubiera impedido. -?Por favor, Laura! ?Que nos vamos a estropear el maquillaje! Estaba segura de que Dalia habr?a reaccionado de una manera muy diferente... *************Fin de la decimos?ptima parte************* *************Decimoctava parte************* El comienzo de mi segunda semana presenci? mi segunda revisi?n m?dica. El mismo doctorzuelo repulsivo entr? en mi habitaci?n por la ma?ana, escoltado por sus dos enfermeras delgadas rubias y de ojos azules, la de labios gruesos y la de pechos enormes. Era tan temprano que a?n estaba en el largo proceso de peinar mi melena rizada reci?n lavada cuando llegaron. Ni siquiera estaba maquillada. Me sent? muy mal que llegasen de esa manera y sin avisar. -Hola, Laura -dijo el galeno-. Hoy toca revisi?n. -?Puedo ir a maquillarme? -pregunt?. Me sent?a tan desnuda con la cara lavada como sin ropa. -Ya lo har?s luego -respondi?-. Soy tu m?dico. Incluso podr?a decirse que soy quien te ha creado, as? que no deber?as tener verg?enza. Le mir? y luego mir? a sus ac?litos femeninos. Estaban un paso por detr?s. La tetona se encogi? ligeramente de hombros y hizo un peque?o gesto como dici?ndome "no te queda m?s remedio que aceptarlo". -Esta bien -me resign?, dej? el cepillo sobre las s?banas y me puse de pie-. Usted dira. -Ya sabes, Laura. Desn?date, por favor. Con algo de insolencia que sorprendi? a mis visitantes dej? caer la toalla al suelo y me qued? quieta, con los brazos en jarras y sobre mis tacones que no por mucho usarlos se volv?an en absoluto m?s c?modos. La revisi?n fue m?s exhaustiva en esa ocasi?n. Control? cada una de mis articulaciones, de nuevo deteni?ndose m?s en mis forzados tobillos. Despu?s examin? mi cuero cabelludo (y he de decir que la experiencia result? m?s agradable. Definitivamente, que me acaricien el pelo es una de las sensaciones m?s placenteras que hab?a sentido en esta semana). Luego se centr? en mis ojos, midiendo la contracci?n de mis pupilas con una linterna. Tambi?n examin? mis orejas y especialmente mi cart?lago. Me di cuenta por primera vez de que no ten?a agujeros para pendientes. ?C?mo no hab?a pensado en ello hasta entonces? Despu?s se centr? en mis escasos pechos. Mis ar?olas abultadas se contrajeron ante su toque. Al contrario que en la cabeza, no sent? ning?n placer ante sus manipulaciones. -?Sigues sin tener ninguna reacci?n con tu pene? -pregunt?. Mientras me hablaba, lo estaba manipulando con una cara de asco que, francamente, se la pod?a haber ahorrado. Yo ten?a la misma impresi?n que si me estuvieran agitando un brazo dormido. As? que asent? con la cabeza. Poco a poco, el rubor iba haciendo presa en m?. Pero estaba orgullosa de m? misma y de mi entereza. -Con la revisi?n rectal, terminamos -dijo, vertiendo sobre sus guantes lubricante. De nuevo fue la parte m?s humillante. De nuevo inclinada sobre la cama. De nuevo las enfermeras coloc?ndome. De nuevo sus repugnantes dedos en mi interior. De nuevo me doli? f?sicamente, pero ese dolor fue m?s leve que el psicol?gico. Estaba introduci?ndose en m?, palpando lo que, quiz? subconscientemente, yo sent?a que era mi nuevo sexo, mi forma de dar placer y quiz? incluso de recibirlo. Pero no ten?a ninguna manera de evitarlo. Casi al final aprend? que, si relajaba voluntariamente los m?sculos anales, el dolor, aunque no desaparec?a, era m?s llevadero. -?Bueno! -exclam? al terminar, mientras se quitaba los guantes-. Pues parece que est? todo en orden -sonre?a-. Si notases cualquier molestia en el tiempo en que a?n vas a estar aqu?, comun?caselo de manera inmediata a una enfermera. No obstante, Laura, puedo asegurarte que las posibilidades de que algo fuera mal son menores al uno por ciento. ?Enhorabuena! -?Qu? quiere decir eso? -le pregunt? mientras me tapaba con la toalla, tratando de recuperar algo de mi maltrecha dignidad. A?n sent?a el escozor en mi culo apenas dilatado. -Que en cuanto acabes tu periodo de aprendizaje, podr?s irte. No me dej? preguntar nada m?s. Se fue. Entonces ?realmente pod?a salir de all?? ?No era todo una pesadilla sin final? Mi ?nimo subi? varios enteros. Silb? una melod?a de Vivaldi mientras me limpiaba el ano de los pegajosos restos del lubricante. ****** La semana trajo varios cambios. Isabel redujo a menos de la mitad el tiempo de sus clases y Mercedes desplaz? las suyas hacia la ma?ana y la primera parte de la tarde. Poco a poco fue reorientando su "asignatura" desde las posturas que ya dominaba, y que me hac?an vivir en un perpetuo estado de sensual incomodidad, hacia las instrucciones para lo que iba a ser mi ropa y mis zapatos en mi vida. Si pensaba que era dif?cil caminar con mis cu?as en ?ngulo de cuarenta y cinco grados, no ten?a ni la m?s remota idea de lo que representaba hacerlo con tacones de aguja. Todo el equilibrio se centraba en dos breves puntos en cada pie: los dedos y una aguda y fina columna en el tal?n. Varias veces estuve a punto de tener un esguince el primer d?a. Naturalmente Mercedes no s?lo no se compadeci?, sino que endureci? su comportamiento. No es que fuera exactamente cruel, pero su rectitud y su falta de empat?a me hac?an sentir mal, especialmente porque pensaba en Isabel y en lo buena que era conmigo. Me explic? los detalles de la ropa interior que iba a llevar, aunque mientras estuviera en el hospital no se permit?a otra ropa distinta a mi breve blusa de pijama: tangas y sujetadores. Seg?n lo que hab?an dise?ado para m?, jam?s llevar?a mi sexo suelto. Es algo que agradec?. No obstante, acostumbrada a?n a mis calzoncillos masculinos, descubr? que los tangas son inc?modos. En primer lugar, ten?a que colocar mi pene firmemente entre las piernas para que la forma resultara natural y femenina. Despu?s, la parte trasera se quedaba firmemente entre mis enormes nalgas, y me recordaba continuamente su presencia. Por arriba, deber?a llevar siempre un sujetador adecuado, a pesar de que, precisamente no es que lo necesitara mucho. Apenas ten?an copa, pero s? un cierto relleno que lograba que pareciera tener algo de busto. Y eso me gustaba. El resto de la ropa, si bien tendr?a tiempo de ir aprendiendo poco a poco, consist?a en faldas y shorts, la mayor?a de las veces muy cortos, salvo cuando ten?a que vestir m?s elegantemente, cuando ten?a permitido que me cubrieran hasta dos dedos por encima de la rodilla. Por encima ten?a m?s variedad, pero ninguno de ellos exhib?a mi parte superior. Tan s?lo algunas camisetas para verano ten?an un comienzo de escote. Ni palabras de honor ni nada m?s atrevido. -Tienes que lucir y seducir con tu culo -me explicaba Mercedes, ci??ndose a lo que parec?a un gui?n escrito que no estaba contenta de tener que aplicar. A m? me humillaba tener que vivir pensando en mi culo, en exhibirlo y en las reacciones que causara en los hombres. Pero las novedades de la semana no acababan ah?: por las tardes me esperaba una nueva asignatura: gimnasio con Alberto, el cachas profesor que hab?a conocido el d?a que Dalia y yo llegamos tarde. Siguiendo la costumbre, nadie me hab?a avisado, as? que cuando vino a buscarme fue toda una sorpresa. Casi me atragando con mi propia saliva. Hab?a so?ado m?s veces con ?l, aunque siempre dentro de mi antiguo y masculino ser. -Hola, Laura -entr? vestido de ch?ndal, y con una energ?a que resultaba fuera de lugar en ese lugar donde todo parec?a calmado y relajado- ?Vamos! ?Tienes mucho que hacer! -Cogi? uno de mis tenues brazos-. Aunque estos biceps nunca vayan a desarrollarse mucho, tendr?s que ejercitarlos para no quedarte fofa. Descendimos hasta la misma planta de la peluquer?a y el comedor. Cruzamos todo el pasillo hasta el otro lado de las consultas m?dicas. Bajo un enorme cartel aparec?a la palabra "GIMNASIO". Por el camino me fue explicando lo que se requer?a de m?: mantenimiento de la forma y nada m?s. Y especialmente mi culo iba a requerir una gran cantidad de esfuerzo. Me hizo enrojecer al explicarlo de manera tan cruda. Pero crudo realmente fue lo que hab?a en el interior. Entend? algo de las explicaciones de Dalia y de Isabel sobre las cosas terribles que me pod?an haber pasado si, quiz?, hubiera tenido simplemente otro n?mero en la lista de la entrevista de trabajo. Sobre una cinta sin fin estaba la chica de los pechos descomunalmente enormes que hab?amos visto en la cafeter?a hac?a ya varios d?as. Sus enormes bolas de silicona resultaban un estorbo para su actividad. Incluso obstaculizaban el movimiento de sus brazos al correr. SU espalda se manten?a arqueada parcialmente hacia atr?s para mantener el equilibrio. Estaba empapada en transpiraci?n, tanto que sus ajustadas mallas mostraban ya cercos. No logr? ver que se trasparentase ning?n pez?n, y me extra?? dado que parec?a vestir tan s?lo licra. En una esquina estaba una mujer desnuda haciendo ejercicios de piernas en una m?quina. Parec?a tener una bonita figura, con tetas bien proporcionadas, casi hemisferas perfectas. Pero hab?a algo que no encajaba. La distorsi?n entre lo que mi cerebro quer?a ver y lo que hab?a caus? que fueran varios los segundos que pasaron hasta que lo descubr?. En primer lugar, no ten?a pelo. No en el cuerpo, sino en ning?n sitio. Era calva como una rana. Tampoco ten?a cejas o vello en sitio alguno. Y lo segundo y m?s llamativo... es que no ten?a brazos. Como si jam?s hubieran existido en su cuerpo. Ni una cicatriz. La chica claramente a?n no se hab?a acostumbrado a su ausencia, ya que a veces mov?a los hombros intentando llegar a limpiarse los gotones de sudor que se le escurr?an por las mejillas. No llegu? a apreciar su sexo. Quiz? simplemente no ten?a. Dos mujeres m?s usaban las cintas para correr. Lo m?s llamativo en ellas era su calzado. No llevaban zapatillas deportivas, ni siquiera tacones... Llevaban una especie de artilugio que forzaba su pie a estar completamente vertical, apoyados sobre las u?as, mientras un largo tac?n manten?a un equilibrio casi vertical. Las pobre sufr?an lo indecible para mantener el ritmo impuesto. M?s tarde descubr? que esos instrumentos de tortura se llamaban "botas de ballet". Rogu? porque las pobres pudieran librarse de ellos, que no estuvieran condenadas a usarlas como yo con mis cu?as de cuarenta y cinco grados. Nunca lo supe. Alberto me agarr? del hombro. Un escalofr?o recorri? todo mi cuerpo. -No te preocupes -dijo, como si tambi?n ?l pudiera leer mis pensamientos. Claro que desde mi transformaci?n, mi cara no lograba ocultar emoci?n alguna. Como para hacerme jugadora de p?quer-. Nada de lo que ves aqu? tiene que ver contigo. -Pero eso no quiere decir que no me afecte -dije, con tono bajo y asustado- ?Qu? han hecho esas chicas para acabar as?? Alberto mir? a los lados antes de responder. -Laura... Aqu? las cosas son como han de ser, y ni tu ni yo podemos hacer nada. Ellas han sido dise?adas para prop?sitos distintos a ti. Da gracias por no estar como N?mero Sesenta -explic?, se?alando con el ment?n a la pobre sin brazos. ?Y ahora -continu?, aplaudi?ndo en?rgicamente- vamos a empezar! Me entreg? la que ser?a desde entonces mi ropa de entrenamiento y me explic? que estaba autorizada a vestirla s?lo en esa zona. Consist?a en un sujetador negro, cruzado, que apretaba fuertemente mi pecho, evitando cualquier movimiento, un tanga y un culotte. De esta forma, casi todo mi cuerpo estaba expuesto y mi descomunal culo era lo m?s obvio de todo. Para mis pies me dio una especie de bota por encima del tobillo que ten?a, tambi?n en cu?a ancha, el ?ngulo adecuado para mis pies. -Es para que no te dobles los tobillos. Hay que evitar lesiones -me explic?. Luego me indic? d?nde estaba el diminuto vestuario, donde pude cambiarme sin que me observaran todos, inclu?do el profesor. Acab? exhausta ese primer d?a. Alberto era infatigable y, sobre todo, estricto, aunque de una manera mucho m?s amena y simp?tica que la desagradable Mercedes. Desde ese d?a, tuve que ducharme dos veces al d?a: por la ma?ana y al acabar el gimnasio. No obstante, a?n no hab?an acabado las novedades de esa segunda semana. Y la que faltaba no me iba a gustar nada. *************Fin de la decimoctava parte************* *************Decimonovena parte************* Cuando despert? el d?a siguiente, hab?a algo raro. En primer lugar, el sol entraba a raudales por las ventana. Ten?a que ser m?s de media ma?ana. En segundo lugar, me dol?a la cabeza. Me dol?a tant?simo que llegu? a tener miedo. Pens? que ese uno por ciento de posibilidades de que "algo fuera mal" del que me hab?a prevenido el doctor se estaba cumpliendo. Tambi?n me sent?a muy cansada. Tan cansada que pensar en levantarme resultaba casi una utop?a. Las piernas apenas respond?an cuando intent? destaparme para ponerme en pie. Busqu? el reloj que me hab?a regalado Isabel. Estaba en la mesilla. Me cost? un rato enfocar la vista. Efectivamente, eran las doce y diez. Era todo muy extra?o. ?Por qu? nadie me hab?a despertado? Hab?a pasado el desayuno, las clases de mi rubia tutora y la mitad del tiempo que pasaba con la inflexible Mercedes. Me llev? las manos a la cabeza. Pens? que si me apretaba las sienes, la pulsi?n bajar?a lo suficiente como para lograr enfocar mis pensamientos. Y entonces not? algo raro. Un tacto met?lico y fr?o en mi rostro. No lo comprend?a. Mir? mis brazos. Estaban igual que siempre. Bueno, igual que la ?ltima semana al menos. ?De donde ven?a esa sensaci?n tan... ajena a mi cuerpo? Por un momento pasaron por mi cabeza las aberraciones a las que hab?an sometido a las pobres chicas que v? en el gimnasio y me entraron sudores fr?os. Puse una mano en mi pecho, tratando de recuperar la calma. Respir? hondo. Manteniendo mi brazo derecho entre mis dos peque?as tetas, busqu? con el izquierdo. Palp? mi rostro. Recorr? mi cabeza hasta que encontr? el origen de la sensaci?n: un aro met?lico que parec?a salir de cada oreja. Al tacto al menos parec?an muy grandes. M?s o menos del tama?o de media cara. Por un lado, me relaj?. Que me hubieran agujereado las orejas no era tan malo despu?s de todo. Hasta donde yo sab?a, todas las mujeres elegantes... y bueno, todas las mujeres llevan pendientes, de uno u otro tipo. Pero por otro lado, no entend?a c?mo hab?an llegado ah?. Mi mente estaba muy espesa a?n. No tard? en dormirme de nuevo, a?n cuando quer?a levantarme. Volv? a abrir los ojos mucho m?s tarde. Lo hice cuando mi subconsciente sinti? la presencia de alguien muy cerca. Era Isabel. Estaba sentada en una esquina de la cama y simplemente me miraba. Volv? a darme cuenta, una vez m?s, de lo hermosa que era. Su piel sin m?cula, su melena rubia de organizados rizos, sus ojos azules, sus gruesos labios perfectamente maquillados. Sus grandes pechos destacaban, como siempre, en su delgado torso. -?Llevas mucho tiempo ah?? -fue lo primero que a mi voz, de manera un tanto independiente, se le ocurri? preguntar. -El suficiente -respondi?, aumentando su sempiterna sonrisa. Al mismo tiempo llev? una mano a mi frente y empez? a acariciarme el pelo. -?Qu?... qu? me ha pasado? -pregunt?-. Ayer todo parec?a estar bien. -No te preocupes, Laura -reforz? sus palabras agarrando mi antebrazo derecho con su mano libre-. Todo es normal. Me incorpor?. Hice que dejara de tocarme y la mir?, muy de cerca, cara a cara. Ten?a un ligero mareo, pero nada comparado con las sensaciones anteriores. -Isabel... Dime qu? me ha pasado. Cre?a que eras mi amiga. La rubia mantuvo mi mirada unos segundos. Pens? que la acabar?a apartando, pero finalmente fui yo quien no pudo aguantar el azul fulgor de sus pupilas. S?lo entonces habl?. Su sonrisa hab?a desaparecido hasta que gan? nuestro peque?o combate. -A estas alturas ya sabes lo que es este lugar y lo que en ?l pasa. Cuando salgas de ?l probablemente nunca vuelvas y tengas tu propia vida, libre dentro de lo que se ha decidido para ti. Eso es lo que ha pasado. Sus palabras, lejos de tranquilizarme, me asustaron. Ella lo supo de inmediato. No en vano mi rostro era totalmente incapaz de ocultar ninguna emoci?n. -Pero tranquila -dijo a continuaci?n-. Lo ?nico que ha pasado es que te han puesto pendientes. ?Y ya? Algo definitivamente estaba fuera de lugar. -?Y para eso me drogan? Porque est? claro que me han drogado -esa segunda frase era m?s para m? que para mi interlocutora. Isabel sonri? con un gesto que ten?a m?s de pena que de alegre. -Quiz? ser? mejor que te veas por ti misma. ?C?mo te sientes? -Bien, bien... -dije, mientras me incorporaba y, finalmente, colgaba mis pies a un lado de la cama. -Deja que te ayude... Me cost? m?s de lo habitual mantener el equilibrio sobre mis sandalias. Isabel me sosten?a de la cintura. El movimiento ten?a algo sensual... o as? lo interpretaba yo. Poco a poco, caminando, llegamos al ba?o. Encendi? la luz y pude ver mi rostro. Como hab?a notado en mi comatoso estado, de cada l?bulo colgaba un aro grande, de color plateado, que llegaba aproximadamente hasta m?s all? de la mitad de mis mejillas. El color me gustaba. Con mi pelo oscuro pegaba m?s la plata que el oro. Ligeramente por detr?s de los primeros agujeros hab?a un segundo en cada oreja en el que hab?a un peque?o y tradicional pendiente de los que se usan cuando se realiza por primera vez el agujero. -Sigo sin entender por qu? todo esto para dos agujeritos... ?Crees que no podr?a soportarlo? A estas alturas... Isabel no dijo nada. S?lo me acerc? m?s al espejo y retir? algunos mechones rebeldes que intentaban cubrir mis pabellones auditivos. Me di cuenta entonces de que estaba bastante p?lida y ojerosa. De repende, me dio verg?enza que mi tutora me estuviese viendo sin maquillar. Estaba a punto de hacer un comentario al respecto, pero poco a poco el aro que colgaba de mi oreja fue reclamando mi atenci?n. Era grueso. No tanto como para resultar grotesco, pero si lo suficiente para ser al menos, llamativo. Pero, lo m?s peculiar era que... no ten?a ning?n mecanismo ni cierre. Era simplemente un trozo de metal circular. Me fij? entonces en el agujero de mi l?bulo. Era de un tama?o lo suficientemente grande como para que el aro pasase por ella, pero no ten?a rastro alguno de cicatriz ni de herida reciente. No hab?a ni un punto de soldadura reciente en el pendiente as? que, necesariamente, para pon?rmelo ten?an que haber cortado la parte inferior de mi oreja y vuelto a soldar. -?Han vuelto a llevarme al s?tano, verdad? -pregunt?, constatando una realidad. Isabel afirm? con la cabeza, apretando los labios y levantando las cejas. Me sorprendi? la expresividad de su rostro, ya que ?ltimamente estaba acostumbr?ndome a lo forzosa inexpresividad de Natalia. El segundo par de agujeros era m?s tradicionales, y lo mismo pod?a decirse de los peque?os pendientes que luc?an, que pod?an ser retirados a conveniencia aflojando la rosa posterior. -?Y nunca voy a poder quitarme esto de ah?, verdad? Notaba ya mis cuencas llenas de l?grimas ante la nueva indignidad. Isabel neg? con la cabeza. -Est?n ah? para siempre -finalmente dijo, con un hilo de voz. Estaba claro que a ella tampoco le gustaba lo que me hab?an vuelto a hacer una vez m?s. Manten?a la compostura, pero a m? me hab?an vuelto a superar. Otra vez (y ya hab?a perdido la cuenta), llor? desesperadamente. -?Pero, por qu?? -casi le chillaba, a?n sabiendo que ella no ten?a culpa alguna de lo que me pasaba-. ?Por qu? me hacen esto? ?No estoy siendo buena? ?No estoy aceptando todo lo que me hac?is? Yo pensaba... -intentaba decir entre hipos y lloros- yo pensaba que me est?bais convirtiendo en una mujer elegante. Yo quer?a ser como t?, Isabel -le dij?, cogi?ndola de los hombros un momento antes de volver a llorar apoyada en el lavabo-. ?No es suficiente que me hay?is eliminado mi capacidad sexual? ?Que me hay?is apartado de mi vida? ???Que ahora sea una chica en vez del hombre que era!!! ?No vale con obligarme a caminar de puntillas para el resto de mi vida? ?Que me tenga que levantar una hora y media antes de lo normal cada ma?ana s?lo para estar guapa? ?No os sirve que hasta eso lo est? interiorizando? ?Yo quer?a ser elegante y sexy como t?! ?Tan s?lo eso! Y estos pendientes son, sobre todo, vulgares. ?Ni eso me vais a permitir? Isabel estaba callada. No mov?a ni un m?sculo hasta que, al final, llorando, me abrac? a ella. Entonces devolvi? mi abrazo y volvi? a acariciarme. -Laura... tranquila... No es tan malo. La elegancia es algo que va por dentro, y tu la tienes y la vas a tener a espuertas. -??Pero de qu? sirve si no la puedo mostrar!! -La muestras en cada paso, Laura, en cada gesto. Y seguir? siendo as?. Pronto te acostumbrar?s tanto a esos aros que ni los tendr?s en cuenta cuando te arregles. En eso estaba equivocada. Eran tan grandes y molestos que durante el resto de mi vida iban a estar en medio. Desde que me maquillaba por las ma?anas hasta que me acostaba por las noches ten?a que apartarlos. Pero entonces no sab?a nada de eso. -Yo... quer?a ser como t? -dije, ya m?s calmada, pero a?n sollozando. -Ten cuidado con lo que deseas Laura -dijo tan seria que un escalofr?o recorri? mi espalda. Se apart? dos pasos de m?. Mir?ndome, desabroch? su blusa rosa con parsimonia. Yo era incapaz de hacer alguna cosa salvo mirarla con la boca abierta. Por primera vez pude ver sus rotundos pechos sostenidos por un tradicional sujetador del mismo color, que las cubr?a casi por completo. A continuaci?n se quit? el pantal?n negro y lo dej? cuidadosamente plegado sobre la blusa. Llevaba un tanga a juego con el el resto de su ropa interior. Volvimos a mirarnos, pero antes de que pudiera hablar, y rapidamente, solt? el cierre de su sost?n que cay? al suelo. El tanga le sigui? instantes despu?s. Como en el gimnasio, a mi cerebro le cost? procesar lo que ve?a. Isabel ten?a el mismo tono de piel en todo su cuerpo. Un punto dorado, pero m?s tendiendo a la palidez que yo a?n mostraba, que al moreno. No hab?a una peca, ni un lunar, ni una mancha en todo su cuerpo. Y, por supuesto, ni un solo pelo. Ni un poco de vello extraviado. Pero hab?a algo m?s... algo extra?o. No ten?a ning?n pene entre sus piernas. Al principio pens? que, a pesar de lo que me hab?a dicho, era una mujer completa, nacida as? o constru?da por los monstruos que regentaban este lugar. Naturalmente, no era as?. Mi vista se fij? de nuevo en sus grandes pechos, pero de un tama?o y forma que me gustar?a a m?. No desproporcionados como los de Dalia o Natalia. No eran una falsa hemisfera ni colgaban. Su forma era perfecta, salvo por un detalle: carec?an de pez?n o ar?ola, o algo parecido. Eran tan solo dos formas en su cuerpo, como las de una mu?eca Barbie. El color de su piel se extend?a por todos ellos exactamente igual que en un brazo o en la espalda. Fue entonces cuando descubr? que entre sus piernas tampoco hab?a ninguna vulva. El conunto con sus piernas formaba una U invertida. Nada que pudiera dar ni recibir placer. -?Es esto lo que quieres? -dijo finalmente, con una voz fr?a como el hielo-. ?Un cuerpo bonito que no puede ser m?s que eso? ?Carecer de todo deseo para el resto de tus d?as? Laura... no envidies mi vida. Dar?a toda mi perfecci?n por ser t? ahora mismo. Laura... -repiti? mi nombre- ?Sabes cu?nto hecho yo de menos poder sentir algo? No digo un orgasmo... eso es lo de menos... ?Sabes cu?nto dar?a por sentir el roce de unas manos sobre mi brazo? ?Una caricia en mi pelo? T? te quejas de carecer de capacidad sexual, pero eso no es as?. Tan s?lo te han negado el uso de tu pene. La misma sensaci?n de entumecimiento que sientes t? ah? tengo yo en todo el cuerpo. Ning?n gesto puede gustarme. Tu deseo sexual es, o deber?a ser, seg?n tu dise?o, grande. El m?o ni siquiera existe. Ni podr? saber tampoco lo que es el amor. No, Laura, no me envidies. Da gracias por ser como eres, y como vas a ser. Viendo esa especie de mu?eca de tama?o natural que me hablaba me sent? mal. Quise ir hacia ella. Abrazarla. Algo... Creo que hasta estir? un brazo para alcanzarla. Pero me interrump? a mitad de gesto. Era todo casi surrealista. Me sent?a dentro de un cuadro de Dal?. S?lo me faltaban relojes derriti?ndose. Ni siquiera pod?a llorar, de lo sorprendida que me hab?a quedado. Toqu? mis aros inconscientemente y luego sal? del ba?o, mientras rebotaban contra mi rostro a cada paso. Otra sensaci?n que acabar?a por asumir como propia, como mover el culo a cada paso, como tantas otras. Me qued? sentada en la cama, esperando que Isabel se vistiera y volviera a salir. *************Fin de la decimonovena parte************* *************Vig?sima parte************* El tiempo que pas? esper?ndola sirvi? para que mi mente diera muchas, muchas vueltas. Pensaba en m?, pero tambi?n en Isabel, en la pobre Isabel. Y en mis amigas, Dalia y Natalia. ?Ser?an ellas conscientes tambi?n del oscuro peligro que las acechaba? ?Hasta d?nde iban a llegar con nosotras? Mir? mis manos, peque?as, con sus u?as perfectamente blancas. Tan diferentes a cuando pertenec?an a un hombre. Mi reducida estatura. Mi abundante pelo, ahora rizado y negro. Mi edad. Incluso toqu? mi diminuto pene. Puse mi mano sobre una de mis peque?as tetas y apenas tuve que hacer hueco para que encajara, pero hab?a ah? claramente un pez?n y ar?ola marr?n y muy abultada. Femenino sin duda. Costaba aceptar que fuera realmente mi antiguo cuerpo. Y eso sin hablar de lo que fuera que hab?an hecho con mi cabeza. Nunca estaba claro qu? era mi elecci?n y cual era implantada. En esas condiciones, si me pon?a a pensar en ello, era f?cil acabar loca. "Loca". Qu? f?cil hab?a aceptado mi cambio de sexo. Pero... ?era realmente una mujer? ?Cu?l es la aut?ntica esencia de la feminidad? ?Basta con considerarme mujer? ?Eran suficientes las redondeces que me hab?an dado en sustituci?n de mis ?ngulos de hombre? ?Era la genitalia lo que me defin?a? No ten?a respuestas. Ninguna. Sentada sobre la cama, casi desesperada, acab? llorando, con la cabeza entre las manos. Tan ensimismada estaba que no repar? en que Isabel hab?a salido del ba?o, silenciosa e impecable, hasta que se sent? a mi lado y me acun? en su regazo una vez m?s. No dijo nada. S?lo me acarici? el pelo mientras el tiempo pasaba. Ol?a maravillosamente, como siempre. Mi cabeza estaba entre sus grandes pechos, de nuevo cubiertos pr su blusa y sujetador. Nada en ellas mostraba su terrible realidad de mu?eca casi inhumana, tanto en su perfecci?n como en su falta de detalles. Eran blandos y acogedores como cualquier seno aut?ntico. Cuando las l?grimas amainaron mir? su rostro. Estaba impoluto. Ni una se?al de todo lo que hab?a pasado. Su maquillaje estaba tan perfectamente aplicado que, de no haber visto con mis propios ojos c?mo se corr?a su rimmel hac?a unos d?as, hubiera pensado que tambi?n lo ten?a tatuado, como una Barbie. -?C?mo me pudiste decir que eras feliz? -le pregunt?, finalmente. Estuvo callada largo rato antes de responder. En ning?n momento solt? mi carita ni dej? de acariciarme el pelo. El aro que colgaba de mi oreja derecha se me estaba clavando en la piel, de tanto tiempo como llevaba mi cabeza entre sus tetas. -Porque lo soy, Laura. La felicidad es un estado mental. Se basa principalmente en las cosas que deseas tener y que no tienes. Y yo lo tengo casi todo. -Pero... tu cuerpo... tus sensaciones... Se encogi? de hombros antes de contestarme. -No se puede tener todo en la vida... -Est? claro que no es algo que tu guste. Si no, no hubieras hablado ah? dentro -dije, se?alando el ba?o- como lo has hecho. -Laurita... Eres t? la que est? en un estado an?mico doloroso. S?lo te quer?a ense?ar que la perfecci?n no existe. A cambio de unas cosas perdemos otras. -Pero no somos nosotras las que decidimos -le puntualic?. -Seguro que tampoco elegiste nacer donde lo hiciste, ni ser como eras. Ni siquiera tu nombre. Y sin embargo, te gustaba. Asent? con la cabeza. Isabel continu?: -Pues aqu? pasa exactamente lo mismo. Es tu nuevo nacimiento. -?Pero Isabel! -exclam?, separ?ndome de ella y mirando sus ojos tan azules- ?Las cosas que hacen aqu? no son naturales! ?Nadie nace sin sensibilidad en la piel! ?Con un pene atrofiado en un cuerpo de mujer! ?Con los pies bloqueados en un ?ngulo que me har? llevar tacones altos toda mi vida! -Laura -me respondi?, cogi?ndome de los hombros y agit?ndome levemente, lo que causaba que mis aros rebotaran en mis mejillas- No machaques tu mente con cosas que pueden o podr?an ser de otra manera. He visto a chicas destruirse lentamente, y no quiero que te pase lo mismo. Aprovecha todo lo que tienes y olv?date de lo que te han quitado. Desvi? la vista de sus iris hipn?ticos y me qued? mirando a la puerta, aunque en realidad traspasaba mucho m?s all?. Plante? la duda que tanto me estaba asustando. -?Y qu? m?s est? previsto que me hagan? Isabel volvi? a reir. Poco rato. Pronto lo redujo a su preciosa sonrisa llena de dientes blancos. Cogi? mi antebrazo con cari?o. Con un cari?o y una suavidad que no esperaba en quien carec?a en su piel de m?s sensibilidad que saber cuando estaba tocando algo. Que no sab?a lo que un roce puede hacer. Que no pod?a apreciar un masaje sensual en la espalda... -Puedes estar tranquila, Laura -levant? las cejas, en un gesto que Natalia no podr?a hacer jam?s-. T? ya est?s completa. -Eso quiere decir... -S? -me interrumpi?-. No volver?n a llevarte al s?tano. Tal cual est?s hoy, as? saldr?s de aqu? cuando acabes tu formaci?n. Estaba a punto de empezar a dar saltos de alegr?a pero... -?Y Dalia? ?Y Natalia? -Ellas tambi?n est?n completas. No te preocupes por eso. De repente, todo parec?a maravilloso. No me importaban los aros que me dar?an un aspecto ciertamente vulgar si no me esforzaba en lo contrario, ni mi culo desproporcionado... En ese momento, ni siquiera mi anorgasmia me importaba. El final de la incertidumbre consigui? que me terminara de aceptar. Ese fue el momento en que dej? de luchar contra todo lo que me hab?a pasado. Que dej? de ver mi cuerpo como el de una extra?a. Todo tan s?lo por tener un par de agujeros en las orejas. Y ni siquiera pensaba en mi anterior vida como hombre. Yo era, definitivamente y para siempre, una mujer. ?En qu? poco rato hab?a dejado de darle vueltas a cosa terribles! Ese d?a estuve tuve toda la ma?ana libre. Me dejaron escoger bajar a comer con todas o que me subieran la bandeja a mi cuarto. Yo ten?a tantas ganas de contar a mis amigas todo lo que hab?a ocurrido, sobre todo que su integridad f?sica estaba entera, que ni por un momento pas? por mi cabeza quedarme aislada en una habitaci?n que cada vez me quedaba m?s y m?s peque?a. No encontr? a Dalia. No estaba en el comedor y no baj? en todo el rato. Pero al menos pude hablar con la dulce Natalia. Estaba sentada, comiendo lentamente un plato de espinacas hervidas. Su rostro, tan hermoso como inexpresivo me encantaba. Pod?a pasarme horas apreciando su falta total de impurezas. Ni una marca de expresi?n. Ni una se?al de... nada. -?Hola! -la salud?, sin apenas poder contener mi excitaci?n. Le cont? lo que me hab?a pasado. A ella, desde un principio, no le parec?a tan terrible lo que hab?an hecho con mis pobres orejitas. Al contrario de lo que esperaba, cuando le expliqu? que no nos iban a modificar m?s, me pareci? ver una sombra de preocupaci?n en sus mirada. Difusa, porque nada por encima de sus ojos se mov?a ni siquiera un ?pice. No dijo nada y sigui? comiendo. M?s tarde, paseando por el jard?n del ?tico me sent? con confianza para preguntarle directamente. Natalia estaba a?n empezando sus clases con Mercedes, y sus posturas y gestos eran m?s relajados que los m?os. Adem?s, sus tacones eran apenas la mitad de los que yo estaba obligada a llevar. Ella esquiv? la respuesta. Observ? su cuerpo. Su preciosa melena rubia y lisa que tanta envidia me daba, sus grandes pechos tan ca?dos que apenas destacaban entre la amplia ropa de hospital. Y una marca alrededor de la cadera... Entonces record? su cintur?n de castidad. Intent? hacer memoria. ?Ten?a alg?n cierre la noche que la encontr?? ?Es posible que...? ?Oh, Dios! *************Fin de la vig?sima parte************* *************Vig?simoprimera parte************* Cre?a saber la raz?n por la que Natalia se hab?a entristecido tanto al saber que no iba a sufrir m?s modificaciones. Pod?a estar equivocada, naturalmente. Quiz? a?n ten?a la esperanza de que la volvieran a convertir en su "yo" masculino, aunque ella sab?a, igual que yo, que las modificaciones eran permanentes e irreversibles. Para confirmar mis sospechas ten?a que hablar de algo que las tres hab?amos esquivado hasta entonces: de nuestra sexualidad. Ser?a m?s preciso decir "de nuestros genitales". Tendr?a que empezar por m?, ya que bajo ning?n concepto estaba dispuesta a contarl

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Las cinco amigas The Five Friends 10

*************D?cima parte************* En mi vida anterior, ir a la peluquer?a era un tr?mite que ten?a que cumplir cada dos meses m?s o menos. Entraba en el local de Luis, un se?or mayor y calvo (como casi todos los peluqueros, curiosa paradoja) y le preguntaba si ten?a un rato para cogerme. Me sentaba en la una butaca que parec?a tener cien a?os y a los veinte minutos sal?a con la cantidad de pelo imprescindible para peinarme. Y eso era todo. Mi conocimiento de lo que representaba para una mujer, para m? mis...

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Las cinco amigas The Five Friends 13

*************Decimotercera parte************* El agotamiento me venci? pronto. Eran poco m?s de las diez cuando not? c?mo se me cerraban los ojos a pesar de todos mis esfuerzos. Mi primera intenci?n fue acostarme. Pero claro... ?el maquillaje! As? que tuve que hacer de tripas coraz?n (unas tripas que segu?an implorando m?s comida despu?s de la escueta cena) e ir al ba?o a devolver mi cara a un estado natural que cada vez iba a ver menos y menos en mi vida. Aprovech? para aliviarme. No me hubiera gustado despertar...

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*************Octava parte************* Apenas un minuto m?s tarde estaba de nuevo sentada ante el tocador donde Isabel hab?a depilado mis cejas la tarde anterior. Repar? que estaba lleno de productos que no hab?a visto en mi ?ltima visita. ?Todo esto es lo que vas a tener que aprender a usar, Laura ?me dijo Isabel con su voz siempre agradable. Con la rotundidad de su cuerpo, con su belleza y con esa voz tan profundamente sensual, una idea me daba vueltas por la cabeza. ?C?mo pod?a carecer de de...

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Las cinco amigas The Five Friends 6

*************Sexta parte************* Hab?a amanecido cuando Isabel abri? la puerta con energ?a. Yo estaba dormido y casi me cuelgo de la l?mpara del susto. ??Arriba, perezosa! ?dijo con su voz cantarina y aparentemente siempre feliz?. ?El d?a ya ha comenzado y hay un mill?n de cosas por hacer! Llevaba un vestido en tonos morados que dejaba ver el nacimiento de sus abundantes pechos y se estrechaba en la cintura, marcando una cintura de avispa. Terminaba aproximadamente un palmo por encima de la ...

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Las cinco amigas The five friends 11

*************Und?cima parte************* Cuando recog? la bandeja con la comida, lo que encontr? era tan escaso que me dieron ganas de llorar: un plato de espinacas hervidas y un filetito de pechuga de pollo a la plancha. Ni la sonrisa comprensiva de la camarera me anim?. Busqu? con los ojos en la sala a Dalia pero no la encontr?, as? que me sent? sola y empec? a devorar las magras viandas. Mis costumbres antiguas me llevaron a intentar engullir a grandes bocados... pero me di cuenta de que, simplement...

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Las cinco amigas The Five Friends 4

*************Cuarta parte************* Isabel me sac? de mi habitaci?n. Me cogi? de la mano para llevarme a otro recinto dentro de la misma planta. ?No, no ?me dijo en cuanto empec? a andar?. No lo hagas as?... Para caminar con esos tacones tienes que cimbrear las caderas... Mover el culo de un lado a otro y poner los pies como si lo hicieses por una cuerda a diez metros de altura... as?... A ella le sal?a con una absoluta naturalidad. Tanta que ni siquiera me hab?a fijado en que caminaba "sobre la l?nea". ...

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Las cinco amigas The Five Friends 2

*************Segunda parte************* Cuando despert? hab?a recobrado mi voluntad, al menos aparentemente. Estaba preocupado. De hecho, estaba aterrorizado. Me incorpor? en la cama en la que estaba tumbado. Lo recordaba absolutamente todo. Sin embargo, hab?a perdido toda noci?n temporal. ?Cu?nto tiempo hab?a pasado privado de conocimiento? ?Horas? ?A?os? ?Me hab?an "transformado" completamente? ?Hab?an siquiera comenzado a hacerlo? ?Hab?a sido todo una pesadilla? Mir? a mi alrededor. Estaba en una habitaci?n d...

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Las cinco amigas The Five Friends 14

*************Decimocuarta parte************* Mi rubia tutora tuvo que consolarme con caricias en el pelo y palabras tranquilizadoras. Yo, por mi parte, estaba m?s que dispuesta a dejarme mimar. Me apoy? sobre su pecho, grande y duro, hasta que mis l?grimas, que por fin hab?an salido en torrente, amainaron de nuevo. ?Despu?s del cambio, los primeros reconocimientos no son agradables, lo s? ?me dec?a, cuando iba recuperando mi compostura?. Ni siquiera conoces a?n tu cuerpo como para que te lo examine ...

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Las cinco amigas The Five Friends 7

*************S?ptima parte************* Entr? al ba?o y cerr? la puerta detr?s. Dej? la maquinilla y el gel sobre el lavabo. Ah? me ten?a de nuevo, delante del espejo. El pelo era una aut?ntica mara?a y ten?a ojeras de haber llorado y de no haber dormido lo suficiente (?o lo hab?a hecho?. Segu?a sin saber qu? hora era... ni qu? d?a, ni siquiera qu? a?o). Suspir? y me quit? el pijama. Volv? a mirar mi cuerpo desnudo. Me fij? de nuevo en mis diminutas tetas. ?Joder! ?Ni siquiera estaban proporcionadas!. Eran una peque?a protuberancia con...

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Las cinco amigas The Five Friends 3

*************Tercera parte************* La habitaci?n ten?a una puerta blanca que estaba cerrada. Gir? el pomo y se abri? sin problemas. Fuera lo que fuera el sitio en el que estaba, no era precisamente una prisi?n. El pasillo era como el de cualquier hospital privado, luminoso y silencioso. Una enfermera me vi? asomar y acudi? corriendo a mi lado. ?No, Laura, no. No puedes salir ?dijo, cogi?ndome de los hombros y devolvi?ndome al interior del cuarto?. Enseguida vendr? el doctor y podr?s hablar con ?l. ?Per...

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Las cinco amigas The Five Friends 5

*************Quinta parte************* De nuevo con mi pijama y sola, volv? a la habitaci?n. Mi primer deseo al llegar a ella fue darle dos patadas a las est?pidas sandalias y caminar a gusto y descalzo. Me cost? unos segundos entender que no pod?a hacerlo. Que para m?, la comodidad en los pies era ahora precisamente esa herramienta de tortura que llevaba puesta. Suspir? frunciendo el ce?o y los labios en un gesto infantil que no era propio de m?... pero representaba muy bien c?mo me sent?a. Volv? a acercarme...

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BisexRamona y sus amigas

Bisex-Ramona y sus amigasAdrián es un cuarentón con algo de sobrepeso, calvo y poco atractivo. Pasea de noche por el centro de la ciudad, las calles están vacías, de repente al pasar junto a un callejón casi cerrado con unas vallas de metal altas ve a tres chicas sentadas sobre unos contenedores de basura, parecen veinteañeras, están bebiendo y hablando. Adrián se para, las mira, ve a una chica rubia y voluptuosa que lleva un cazadora universitaria amarilla y negra que apenas puede contener...

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Cinco De Mayo Hook Up

It was during a Cinco de Mayo. I had just left work & since it was a festive day & my office environment was hyper sexually charged I was primed for the evening. My current husband at the time was cheating on me. Mind you me I was 26 at the time. Me I am a mixed Caribbean Latina 5'-4" slim waist, broad hips with a big ass AND very very sexual! My breasts were small (B cup) but certainly a mouthful (description provided by my current husband, LOL!). There was a Mexican restaurant that...

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Rich bitches get raped when they show up at their Mexican workers Cinco de Mayo festival

The governor's daughters' Cynthia and Stacy knew that their wealth and social status came with certain responsibilities and obligations, whether they wanted to oblige or not. If the truth be known, they didn't give a rat's ass about the immigrant workers, legal or not. They thought minimum wage and access to health benefits (although expensive) was more than fair compensation for allowing the mexican immigrants to work for them. But with all of the uproar in the media of abuse with...

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Las 55 reglas de una esclava Spanish

Las 55 reglas de oro de una esclava por Whipmaster [email protected] Estas que encontrareis a continuación resumidas en 55 puntos son lasnormas básicas de comportamiento que un Amo debería inculcara su esclava a lo largo del proceso de doma y aprendizaje con la finalidadde determinar con meridiana claridad los roles que son propios de una buenay completa relación Amo/esclava. Partimos de la base que esta relaciónes una relación sana entre personas adultas, libremente aceptada y...

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Las andanzas no se terminan

Insisto, mi cuñada una gordibuena q me saca d eje, después d tener nuestros primeros encuentros, la relación fue distinta, ya mas confianza, nuestros juegos a doble sentido son mas seguidos, cada vez q la saludo, si estamos solos le como la boca, y le mando mano a su hermoso culo, si hay alguien la apretó bien a mi para sentir esas tetas grandes q me vuelven loco, disimulando un abrazo de familiaEn una ocasión me toco ir a hacer un tramite muy temprano, q al volver a casa la cruzo, iba...

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Las Hembras

Las Hembras © 2004 by DrDan In all honesty, I didn't give it a good deal of serious thought when I initiallydiscovered it. Sometimes people pull pranks, occasionally a little girl willhave a mean older brother, and once in a while some warped youth will do somethingmacabre as a means of gaining attention. As it was, my job as a parole officeralready attracted the attention of various miscreants, although I'd yet toencounter an individual savvy enough to locate my home address. That,...

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Las Vegas

Bryan had always promised to take me to Las Vegas. Each time he told me of his plans to go, they did not include me. I was hurt. I knew I had no business feeling that way. It was his entertainment. I knew my place in his life. I was not his girlfriend.He usually took his girlfriend Lisa. He went to Las Vegas often. I had never been and had all my life heard stories of Las Vegas and wondered what it was like in person.This particular week Bryan told me of his plans to go. He said he was bringing...

True
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Las Vegas The Club

LAS VEGAS The ClubThe next day we hung around the hotel and relaxed.  Neither of us enjoys gambling that much, although when I do play, I like playing Blackjack because of the odds while still tilted in favor of the House, afforded the best opportunity to make some money.  Being a numbers kind of person and I will count cards but avoid getting caught.  Las Vegas casinos are not keen on card counters. They consider them cheats. Anyway, after last night we were both felt ‘used up’ and wanted to...

Exhibitionism
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Las Vergonzosas Desventuras de Victoria Willow

En muchos aspectos, Victoria Willow es una chica común. Cabello castaño oscuro, ojos color avellana, un cuerpo algo atlético, unos pechos de tamaño normal, medianos, un trasero redondo y pequeño. En la universidad tiene calificaciones normales, ni muy altas ni muy bajas. Tampoco es la chica más popular ni una marginada. En resumidas palabras, conociéndola superficialmente, Victoria te parecería una chica promedio. Sin embargo, hay algo que la hace especial: su mala suerte. Y particularmente, su...

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Las Vegas

LAS VEGAS"I dunno, some of the dresses are short, and the others are also skimpy, and jeez it exposes so much of me," you said."Look, we're in Vegas, and frankly, I think most people don't give a rat’s ass, except the wives and girlfriends of guys that start to stare at you," I replied. "Dress A (https://tinyurl.com/y9qnfpbm), you'd be making a statement. I should point out that Dress A does come in black, which does make it a bit more formal. Dress B (https://tinyurl.com/y3b275aa), on the...

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Las Vegas Awakening

"Rodney, Rodney, I won, I won!" It was my wife screaming into the phone so loud that I thought everyone at work could hear her. Not that it made much difference. We lived in a small town where everyone knows everyone and I worked at the family feed store with my brother and sister. "I won a week in Las Vegas on that radio show! I was the ninth caller and I won us a vacation."Little did I know what a change that was going to make in our lives. We'd been married three years and had been...

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Las Vegas part 1

Xenia walked across the hotel room, swaddled in the thick terrycloth robe that the hotel provided. She and Clarence were going out on the town in Las Vegas! She was excited, eager to get her drink on and her groove on and her fuck on. She turned on the shower, letting it run to get hot. She grabbed her toiletries bag, pulling out the small bottles of shampoo, conditioner, body wash, shaving lotion, and a razor. She was going to be a while, she’d told Clarence, so he took off down to the casino...

Love Stories
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Las Vegas mf

Las Vegas (m/f)I met Selene online on a porn site. We were both horny, liked porn and loved to masturbate. The big difference was that I was 46 and she was 18. I think I commented on her pictures which I thought were gorgeous. Red hair, big boobs, curves. Very hot.I wasn't too concerned with the age difference as she was an adult with wit and intelligence. She was also fun to talk to. I've been attracted to younger and older than me over the years so I can't say that I have a type. The female...

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Las Vegas Awakening

© 2002 LaffWithMe Press "Rodney, Rodney, I won, I won!" It was my wife screaming into the phone so loud that I thought everyone at work could hear her. Not that it made much difference. We lived in a small town where everyone knows everyone and I worked at the family feed store with my brother and sister. "I won a week in Las Vegas on that radio show! I was the ninth caller and I won us a vacation." Little did I know what a change that was going to make in our lives. We'd been...

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LA MASAJISTA MI AMIGA Y LA OTRA MASAJISTA

EN UNA CAMA ESTABA YO CON LA MASAJISTA MAS JOVEN EN LA OTRA MI AMIGA CON LA OTRA, ELLAS ESTABAN ADORMECIDAS YO TENÍA CURIOSIDAD SEXUAL CON MI EVENTUAL COMPAÑERA. ME ARRODILLÉ A LOS PIES DE LA CAMA Y COMENCÉ A BESAR LA ZONA GENITAL DE LA JOVEN MUJER, DE SÓLO VENTICINCO AÑOS. SU VELLO PUBIANO PARECÍA NO HABER SIDO DEPILADO NUNCA. EN REALIDAD SE LE RECORTABA SÓLO EN EL VERANO PARA USAR SU TANGA, ME DIRÍA LUEGO.EL OLOR DE SU SEXO, MEZCLADO CON LA LÓGICA TRANSPIRACIÓN Y GOTAS DE ORINA DE UN DÍA SIN...

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Thangaiku Theriyaamal Amma Magalai Oothen

Indru tamil kama kathaiyil ilamaiyaana magalum pinbu vithavai ammavaiyum eppadi usar seithu matter poten endru ungaluku solugiren. Suvarasiyam athigam irukum kama kathaikul selalam vaarungal, en peyar karthik. En veethiiyil oru pen ilamaiyaaga sexiyaaga irupaal, avalai thinamum sight adithu kondu irupen. Thinamum aval kalluri sendru varum pozhuthu iru velaiyilum sight adika arambithu viduven. Aval peyar nandhini vayathu 21 irukum, avaluku veetil aan thunai kidaiyaathu. Veetil oru amma iru...

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Las Vegas The Dinner

"I dunno, some of the dresses are short, and the others are also skimpy, and jeez, it exposes so much of me," you said."Look, we're in Vegas, and frankly, I think most people don't give a rat’s ass, except the wives and girlfriends of guys that start to stare at you," I replied."With Dress A, you'd be making a statement. It does come in black, which does make it a bit more formal.""Dress B, on the other hand, allows you to reveal as much as you want. I know it's not your color, but looking at...

Exhibitionism
1 year ago
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Las Vegas The Private Dance

LAS VEGAS - The Private Show I got some water for you, which you drank copiously. “Ah, that’s good, thanks, I needed to rehydrate.  Now it’s my turn,” you smiled wickedly.  “Just stay there on the bed, this will take a while to prep.” Curious, I did what I was told and turned on the nightstand lights while I waited.  Flipped the TV on since I suspected I might be here a while, I did what any red-blooded male does, channel surf.  There really wasn’t much to see, and it wasn’t like home where I...

Exhibitionism
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Las Vegas Part 3

In the last part of the story, Selene and I met in Las Vegas for some full-time daddy daughter roleplay. She is 18 and I am 46. Selene sat in post-orgasmic reverie following her encounter with the lovely stripper Savannah. As the lovely black girl left, she slipped her phone number in my sweet girl’s hand. “ Was I bad, daddy?” Selene asked. “ No, you were very good, baby,” I replied. Selene smiled sweetly at me. “She was a very nice girl to play with. I’d like to meet her again.” “ Maybe you...

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Las Vegas Divorce party

I went to Las Vegas over a holiday weekend to spend some time with a few of my buddies I served with in Iraq. Over the course of the weekend we consumed a lot of alcohol and spent a lot of money, but this was the highlight of my weekend. It started on Saturday afternoon. One of my friends who I was sharing a room with was still passed out. We had drank heavily until 6 in the morning, so I figured it would be a while before he woke up and wanted to go for another round. My other friends were...

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Taboo
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Las Vegas Part 1

I met Selene online on a porn site. We were both horny, liked porn and loved to masturbate. The big difference was that I was 46 and she was 18. I think I commented on her pictures which I thought were gorgeous. Red hair, big boobs, curves. Very hot. I wasn't too concerned with the age difference as she was an adult with wit and intelligence. She was also fun to talk to. I've been attracted to younger and older than me over the years so I can't say that I have a type. The female form at any...

Taboo
2 years ago
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Las Vegas Peepshow interracial party

As with all my stories, the only deviation from the truth is caused by mymemory.This sucktale takes place in a Las Vegas peep show. There are several peepshows in Vegas that are much grittier than the ones down close to the stripwhere the tourists go. The locals head up to downtown to Main street.Some tourists in the know go to the crisscross of filthy streetswhere there are three or four bookstores, but mostly local white trash men,married straight middle-class locals, a lot of blacks, street...

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Las Vegas FantasiesChapter 5

"This isn't Crys, but don't hang up," I said quickly to Sealy, the bouncer at COEDS – the bouncer who'd thrown me out of the club on the night that Crystal had had a near-fatal car accident – and, finally, the guy who was probably one of Crys's main friends in Las Vegas. "Crystal had a car accident last night and is in the hospital. This is James Starzck, the guy you threw out of the club last night." There was pause in the conversation. On my end, because I didn't want to say...

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Thelma and her brother

Note : This story is completely fictional!In nineteen forty six Thelma Lou Anderson was married with three kids. Linda was the oldest. She was sixteen. Guy and George was ten and Guy seven. Thelma owned a beauty shop in Kansas City. She suspected her husband Lawerance was cheating on her again. She followed him one day when he thought she was at work and saw him go into a house. A woman opened the door and he went in. That was all the proof she needed. She went home and packed her suitcase and...

Incest
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The Passion of Mother Ethel

Mother Ethel always enjoyed the short walk to the train station. It was beautiful Autumnal morning and Mother Ethel took the opportunity to walk to the train station as she knew that she had a very busy day ahead. Those that saw Mother Ethel along the way bowed reverently,they knew that Mother Ethel was a Nun of the Monastery of Repentance and when a Nun or a Monk walked past it was polite to bow, for many knew what the Nun's and Monk's of the Monastery were capable of. As Mother Ethel strolled...

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Dot Dorothea and Dick

Dot, Dorothea, and Dick Chapter One Dear sister: I found this letter among some others, scrolled up and tied with purple ribbon, in a chest belonging to our great grandfather. The name Charles has belonged to several in our family line, but I believe I know the one who received and saved this letter, and kept it preserved for so many years. I believe the letter speaks for itself, so I will now offer it up to you. Dearest Charles: I hope this missive finds you in such good...

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The Sisterhood of Athena Chapters Four and Five

Finally, here are the next two exciting chapters in my on-going saga. I want to thank reviewer 'anon' for his comment on 9/23/10 for inspiring me to finally get these chapters finished. I'd been just short of half done with these chapters for the better part of a year but between lack of initiative and wondering if anyone even cared if I kept going I'd just sort of let it fall through the cracks. I apologize to any readers that thought I'd given up on this series and just want to point...

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My Golden Summer with Blythe Ch 01

Our Last Day of School. I can’t believe it. This is my last day of school, I thought, not sure how I felt now that the long awaited day was here. Stepping out into the beautiful sunny afternoon, heading toward the group of waiting yellow school buses I breathed a sigh of relief. I was glad school was finished. Throughout High School like a ship at sea, I had plotted my course, studying hard. However, the Scholarship that many felt I had rightfully won had somehow ended up going to one of...

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Antheas baby 1

“What’s wrong? What’s wrong?”Anthea looked up at her mum as she sat down at the dining table. “Nothing is wrong,” Anthea responded watching as her mum hurriedly dried her hands with a tea towel.“Is the baby okay? Are you okay? Is Jack okay?” she asked as her husband came into the room and pulled up a seat at the table.“We’re all fine Mum,” she responded exasperated with her mum’s anxiety. “I have something to tell you.”“Sit down Helen,” her dad snapped. “Give the lass a chance to speak.”Anthea...

2 years ago
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My Golden Summer with Blythe Ch 02

My Golden Summer with Blythe – Part 2 Josh’s childhood dream girl visits him in San Francisco. The Return of Blythe Coming from a small farming community, San Francisco proved to be everything Josh had ever imagined – and then some. He loved the freewheeling atmosphere – the friendliness – in short, he fell in love with the city by the Bay. Because of early retirements, and dedication to his work, he had advanced much quicker than he had ever expected. Arriving at his chic little Apartment...

2 years ago
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Las Vegas with the family

I have not seen my cousin Jessica in a year. We always hung out with each other. we told each other everything and pleased each other oraly. Then her mom remarried and moved away and I haven't seen her since. But now I can finally get the chance I missed back in having sex with my cousin ”Derrick hurry up” my stepmom said ” have you seen your sister” ” no I haven't” I replied as my step sister Casey sucked my Dick ” what do you mean you haven't i'm right here sucking ur cock” ”sshhhh”...

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Las Vegas Part 2

In the last part of the story, Selene and I met in Las Vegas for some full-time daddy daughter roleplay. She is 18 and I am 46. I had just finished making Selene come with my tongue and she lay stretched across bed looking thoroughly ravished. Her red hair was wild across the pillows and green eyes shone. “I haven’t kissed you,” I said. “No, you haven’t,” Selene answered in a post orgasmic husky voice. I leaned down to kiss her pink and soft lips. Her skin was still damp to the touch. She very...

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Las Vegas

My husband and I have been married about five years when we saved up enough money to go to Las Vegas. We thought it was time wo go and see what all the hub bub is all about. And we thought that would be a good time to start a f****y so I quit taking my pill so that we could try to get pregnant. Now my husband is a really good looking guy and I know he ‘got around’ alot before I met him. I also know that he had been to Vegas a couple of times before. We arrived on a Saturday early and got...

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Las Vegas part 1

Xenia walked across the hotel room, swaddled in the thick terrycloth robe that the hotel provided. She and Clarence were going out on the town in Las Vegas! She was excited, eager to get her drink on and her groove on and her fuck on. She turned on the shower, letting it run to get hot. She grabbed her toiletries bag, pulling out the small bottles of shampoo, conditioner, body wash, shaving lotion, and a razor. She was going to be a while, she’d told Clarence, so he took off down to the casino...

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Las Vegas

Toni und ich eilten durch den Flughafen, um nach Las Vegas zu fliegen . Wir waren wie immer zu spät dran und es waren nur noch drei Minuten, bevor das Flugzeug abflog. Egal wohin wir gingen, wir schienen immer zu spät zu sein. Obwohl ich kein Problem damit hatte, bereit zu sein, musste Toni immer sicherstellen, dass Haare, Make-up und Kleidung perfekt waren, bevor sie das Haus verließ. Für mich als ihr Ehemann hatte dies Vorteile und Nachteile. Meistens war es kein Problem, einfach zu spät zu...

3 years ago
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Las Vegas Tryst

I was quickly approaching burn out at work. My last raise was a whopping 25 cents. Whoopee!! My girlfriend broke up with me six months prior, and I found out that two weeks before she broke up with me she got drunk and fucked her neighbor. So I was trapped in a joyless job with shit pay, and I hadn't been laid in half a year. I had tried dating in the mean time, but nothing ever worked out. I even came right out and asked a woman if she wanted to have sex. That's how desperate I was to get my...

3 years ago
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Las Vegas Couple

So this story starts with a business trip to Las Vegas, I was there for a convention but was going to stay thru the weekend for a bit of R&R as it finished on a Thursday and it seemed a shame to waste the opportunity. I had been out with a few colleagues on the Thursday night and as many had early flight they headed to their rooms and left me to my own devices. I thought I would have a nightcap before retiring, the bar was packed with all the conventioneers and I found a small table in a...

4 years ago
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las Vegas BBC

Last week my husband had a business trip to wonderful Las Vegas and after some talking we thought it would be a good way to take a little trip for us as well. So i got my tickets and went with him. He had a two day meeting so i had free time to myself during the days filled with much needed sleeping in and time at the pool. At night we went out and enjoyed what the town had to offer. Well Friday his last day of his meetings I thought i would be a little sexy for him and bought a new tight black...

4 years ago
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Las Vegas Part 2

In the last part of the story, Selene and I met in Las Vegas for some full-time daddy daughter roleplay. She is 18 and I am 46.I had just finished making Selene come with my tongue and she lay stretched across bed looking thoroughly ravished. Her red hair was wild across the pillows and green eyes shone.“I haven't kissed you,” I said.“No, you haven't,” Selene answered in a post orgasmic husky voice.I leaned down to kiss her pink and soft lips. Her skin was still damp to the touch. She very much...

Taboo
1 year ago
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Las Vegas Fantasy

I had talked to Cathy on line for several months. She lived in another state, was married and not able to travel very much so we had never met. We exchanged Email, "action" pictures, and vids. We often masturbated together on line. She gave me her phone number so that we could masturbate while talking on the phone. On one occasion she said "listen to this..." and I heard wet sounds, "squish, squish..." She said a bit breathlessly, "what you hear is my fingers in my pussy as I held the phone...

2 years ago
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Las Vegas

My husband and I have been married about five years when we saved up enough money to go to Las Vegas. We thought it was time wo go and see what all the hub bub is all about. And we thought that would be a good time to start a family so I quit taking my pill so that we could try to get pregnant.Now my husband is a really good looking guy and I know he "got around" alot before I met him. I also know that he had been to Vegas a couple of times before. We arrived on a Saturday early and got settled...

2 years ago
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Las Vegas Vacation

Viva Las VegasIt was a great early summer day.  Oh the weather was hot and humid as usual in Atlanta, and my husband was out of town for a couple of weeks, again, but it was a great day anyway.  My best friend Sara and I were going to Vegas!  School was finally out, how sick I had gotten of chasing six graders!  I started calling the boys sex graders, just trying to figure this idea out, and so obnoxious as they did.  In addition the home situation was not very good that year.  My husband was...

4 years ago
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Las Vegas Nights

The big diesel was purring as we moved along Highway 93 toward Boulder Dam. Mickey was sitting in her usual place on the couch looking out the windows and enjoying the desolate beauty of the desert as we ate up mile after mile. Things had changed between us since our time at the Grand Canyon. It was there that I had finally admitted to myself, but most importantly to her, that I was in love with her. To my great relief, she admitted the same. The extra day we spent there was not for playing...

3 years ago
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Uther

Uther By Ellie Dauber (c) 2006 Introduction According to the legends of King Arthur, Merlin changed Uther Pendragon into a double for Duke Gorlois, so he could spend the night with Ygraine, the Duke's wife. Ygraine and Gorlois had three daughters: Elaine, Morgause, and Morgan le Faye. During their time together, Ygraine became pregnant with the child who was to become King Arthur. Uther's men killed Gorlois that same night. This is my TG (of course) version of what...

3 years ago
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Fallen Angel Chapter 11 Althea the School Girl

Chapter 11: Althea, the School Girl The infernal screeching of the alarm clock awoke Cal from his reverie. He had been up for about a half-hour, but he had only been lying in bed next to the love of his life. Althea's arms were still clutched about him as he stealthily clicked the snooze button, assuming that it was six o' five in the morning, his usual waking time during the school week. He had been thinking long and hard about the previous two nights. Evan... what have you become? He...

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