Cena de navidad
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Cena De Navidad (II) free porn video
Salimos del aparcamiento y tras callejear un poco coge la autopista. Configura el coche a velocidad de crucero, abre su abrigo y acerca mi mano a su coño. Aún está llena de mi semen y los dedos la penetran fácil. Intento alcanzar su clítoris pero me obliga a mantener los dedos en su interior empapándome más y más hasta que se escucha el chapoteo de nuestros fluidos. Entonces, me agarra la mano y me la hace chupar. Siento nuestro olor en la nariz, y el sabor de nuestros jugos ácidos y dulces a la vez. Ella me mira de reojo y se acaricia las tetas.
Coge la salida de la autopista y serpentea por unas calles hasta llegar a un chalet de tres plantas. La puerta del garaje se abre mientras nos acercamos, aparca y me arrastra escaleras arriba a una habitación.
Se quita la chaqueta y me dice que me desnude. Me mira con una sonrisa pícara, me empuja tirándome en la cama y se sube a horcajadas. Todo está preparado, en el cabecero cuelgan unas esposa. Me ata a ellas y sus piernas se colocan al lado de mi cabeza. Se agarra al cabecero.
- Chúpame.
Saco la lengua y acaricio sus labios, levanto un poco la cabeza y la penetro con la lengua saboreando de nuevo nuestros líquidos. Siento como caen de su coño, recorren mi lengua y terminan dentro de mi boca. Todo lo que hace un rato salió de mi vuelve a entrar. Cada vez siento menos mi gusto y más el suyo, mi lengua penetrándola y su clítoris restregándose en mi nariz la llevan a un orgasmo húmedo que termina de expulsar mis jugos de su interior. No soy consciente, pero esto me ha excitado más de lo que podría esperar. Mi pene está duro y noto que unas gotas ya mojan mi barriga. Ella también lo debe saber, porque empieza a descender serpenteante por mi cuerpo, restregándose, posando sus pechos en mi cara mientras su mano agarra mi polla, la apunta a su entrada y deja que desaparezca dentro de ella.
Se incorpora, me cabalga salvaje mientras observo sus pechos desafiar la gravedad. Apoyada en mi pecho ha sacado las garras de gata y clava sus uñas en mí. El placer y el dolor se mezclan en mi cabeza y no puedo controlarme. Me corro mientras sigue cabalgándome, no para hasta que ha sacado la última gota de mi y quedo flácido. Entonces se levanta y se marcha. Quedo solo, atado y disfrutando aún de todas estas sensaciones nuevas.
Pasa mucho tiempo, empiezo a pensar que pasaré la noche así cuando aparece de nuevo. La miro y no doy crédito. Apoyada en la puerta, zapatos de tacón, medias de rejilla preciosas, un conjunto de lencería pequeño pero muy atractivo, el pelo aún húmedo de haberse duchado. Un látigo pequeño con varias tiras en una mano y dos telas en la otra. Se acerca lentamente, marcando cada paso para que escuche sus tacones. Me venda lo ojos y me pone una bola en la boca. Así, indefenso, siento cómo su látigo recorre mi cuerpo. Sus azotes encienden mi sangre, mi corazón bombea rápido y mi pene crece de nuevo. Me hace abrir las piernas y siento algo que presiona mi ano. Creo que es un dedo, pero parece más duro.
- ¿Es tu primera vez? Te lo voy a dejar un buen rato puesto..
Me dilata poco a poco, juguetea metiéndomelo y sacándolo. Me siento raro pero muy excitado, deseo que me toque pero en el fondo sé que no va a pasar. Me acaba de penetrar con el juguete y se separa. Me asusta no saber qué piensa hacerme.
- Voy a salir a un recado. No tardaré. Cuando esté cerca te aviso.
Y entonces noto vibrar mi ano y entiendo a qué se refiere.
- Mi juguetito lleva mando a distancia, así qué vas a tener timbre incorporado.
Oigo como sale de la habitación dejando la puerta cerrada.
Todo está en silencio, hasta que siento una vibración en mi culo, justo antes que se abra la puerta. Mi erección ha bajado un poco en este tiempo, pero sigo muy excitado. No me atrevo a articular palabra, solo me mantengo expectante y por qué no, excitado. Oigo sus zapatos de tacón acercarse, alejarse. Con los ojos vendados no consigo ver nada. Solo puedo imaginar lo cerca que esta. Mi culo vuelve a vibrar, esta vez de forma constante y mi pene se reactiva de golpe. Siento algo que lo acaricia, algo duro, frio, empiezo a sentir cómo le dan golpecitos secos y mi excitación crece. Nunca había estado tan caliente. Los golpes descienden por mis testículos y llegan a mi ano, golpean el plug que se introduce totalmente. No puedo evitar gemir en cada golpe, no quiero que pare esta tortura. Noto cómo se sienta en la cama, me coge el pene y me pajea lento mientras mueve el plug en mi culo. Domina el tiempo y no consigo correrme aunque me muero de ganas. Me suelta y se aparta cuando estoy tan cerca.
Percibo otro movimiento y ella vuelve a sentarse en mi cara, pero esta vez es diferente. Me cabalga, marca el ritmo, ya no la chupo, me está follando la boca, buscando su propio placer y yo solo puedo permanecer con la lengua fuera intentando llegar a todos los rincones de su coño jugoso que llega hasta mi cara en oleadas, a veces a golpes, a veces descendiendo despacio...
Y cuando ya está bien caliente, al fin decide cabalgarme. Se baja de mi cara y se monta a horcajadas sobre mí, despacio se va metiendo mi polla dentro, paladeando el instante, cada centímetro. Jugando, gozando, ella marca el ritmo y yo solo espero a que termine de meterla. Deseo que sea ya, pero sé que no tengo que hacerlo. Cuando al fin la tiene toda dentro exhala un suspiro... Algo que solo ella sabe lo que significa, el placer de sentirse completa. Poco a poco desgrana ese deleite, se mueve despacio encima mío haciendo que mi polla recorra cada rincón de su ser más profundo. Buscando los rincones oscuros, dejando a los músculos adaptarse y a su coño disfrutar. Quiero más, no lo puedo evitar, sacudo mi pelvis rompiendo su clímax y ella me contesta con un sonoro bofetón.
No estaba previsto, ha sido por sorpresa, pero para ella ha sido una satisfacción inesperada. La noto descubrir que quiere hacerme más daño y mientras clava sus uñas en mi pecho de nuevo, agarra el látigo y empieza a cabalgar más deprisa. Azota mi pecho, mis brazos... y de pronto da la vuelta al látigo y mete el mango en mi boca. Disfruta viéndome. Juega con el mango como si fuera una polla que entra y sale y me folla la lengua, me golpea los dientes y se ríe.
Me siento humillado, utilizado, y más cachondo de lo que lo he estado jamás. Saco la lengua, salivo el mango y los dedos de ella que también juguetean en mi boca mientras me folla, ahora con un ritmo más frenético, salvaje, de placer y de dolor, pero no importa. El plug de mi ano vibra constante y ella se corre al tiempo que me da, de nuevo, otro sonoro bofetón. Lejos de frenarme supone el pistoletazo de salida a mi ansiado orgasmo. Ahora sí, me libero a borbotones, mientras ella me sigue cabalgando.
Descansa sobre mi unos minutos, y luego me desata y se marcha. Ya en la puerta, mientras recojo mi ropa del suelo, me dice que me pedirá un taxi. Me visto, otra vez solo en la habitación y pensando en la que ha sido la mejor experiencia de mi vida. Salgo de la habitación y recorro el pasillo. Al final, veo una luz encendida en un gran salón y me dirijo hacia allí. Un hombre mayor espera sentado en un sofá.
- Toma, para el taxi.
Sé que le he visto antes, pero no puedo pensar ahora. Estoy demasiado azorado y su presencia allí hace evidente que nos ha estado viendo. Me acerca los 50€ y siento que han hecho de mí su puta, y sorprendentemente, ese pensamiento no me desagrada. Cojo el dinero y salgo por la puerta.
Ya en el taxi, reflexionando sobre esta noche, caigo en la cuenta. Era el director de la compañía, el que dio el discurso en la cena.
Coge la salida de la autopista y serpentea por unas calles hasta llegar a un chalet de tres plantas. La puerta del garaje se abre mientras nos acercamos, aparca y me arrastra escaleras arriba a una habitación.
Se quita la chaqueta y me dice que me desnude. Me mira con una sonrisa pícara, me empuja tirándome en la cama y se sube a horcajadas. Todo está preparado, en el cabecero cuelgan unas esposa. Me ata a ellas y sus piernas se colocan al lado de mi cabeza. Se agarra al cabecero.
- Chúpame.
Saco la lengua y acaricio sus labios, levanto un poco la cabeza y la penetro con la lengua saboreando de nuevo nuestros líquidos. Siento como caen de su coño, recorren mi lengua y terminan dentro de mi boca. Todo lo que hace un rato salió de mi vuelve a entrar. Cada vez siento menos mi gusto y más el suyo, mi lengua penetrándola y su clítoris restregándose en mi nariz la llevan a un orgasmo húmedo que termina de expulsar mis jugos de su interior. No soy consciente, pero esto me ha excitado más de lo que podría esperar. Mi pene está duro y noto que unas gotas ya mojan mi barriga. Ella también lo debe saber, porque empieza a descender serpenteante por mi cuerpo, restregándose, posando sus pechos en mi cara mientras su mano agarra mi polla, la apunta a su entrada y deja que desaparezca dentro de ella.
Se incorpora, me cabalga salvaje mientras observo sus pechos desafiar la gravedad. Apoyada en mi pecho ha sacado las garras de gata y clava sus uñas en mí. El placer y el dolor se mezclan en mi cabeza y no puedo controlarme. Me corro mientras sigue cabalgándome, no para hasta que ha sacado la última gota de mi y quedo flácido. Entonces se levanta y se marcha. Quedo solo, atado y disfrutando aún de todas estas sensaciones nuevas.
Pasa mucho tiempo, empiezo a pensar que pasaré la noche así cuando aparece de nuevo. La miro y no doy crédito. Apoyada en la puerta, zapatos de tacón, medias de rejilla preciosas, un conjunto de lencería pequeño pero muy atractivo, el pelo aún húmedo de haberse duchado. Un látigo pequeño con varias tiras en una mano y dos telas en la otra. Se acerca lentamente, marcando cada paso para que escuche sus tacones. Me venda lo ojos y me pone una bola en la boca. Así, indefenso, siento cómo su látigo recorre mi cuerpo. Sus azotes encienden mi sangre, mi corazón bombea rápido y mi pene crece de nuevo. Me hace abrir las piernas y siento algo que presiona mi ano. Creo que es un dedo, pero parece más duro.
- ¿Es tu primera vez? Te lo voy a dejar un buen rato puesto..
Me dilata poco a poco, juguetea metiéndomelo y sacándolo. Me siento raro pero muy excitado, deseo que me toque pero en el fondo sé que no va a pasar. Me acaba de penetrar con el juguete y se separa. Me asusta no saber qué piensa hacerme.
- Voy a salir a un recado. No tardaré. Cuando esté cerca te aviso.
Y entonces noto vibrar mi ano y entiendo a qué se refiere.
- Mi juguetito lleva mando a distancia, así qué vas a tener timbre incorporado.
Oigo como sale de la habitación dejando la puerta cerrada.
Todo está en silencio, hasta que siento una vibración en mi culo, justo antes que se abra la puerta. Mi erección ha bajado un poco en este tiempo, pero sigo muy excitado. No me atrevo a articular palabra, solo me mantengo expectante y por qué no, excitado. Oigo sus zapatos de tacón acercarse, alejarse. Con los ojos vendados no consigo ver nada. Solo puedo imaginar lo cerca que esta. Mi culo vuelve a vibrar, esta vez de forma constante y mi pene se reactiva de golpe. Siento algo que lo acaricia, algo duro, frio, empiezo a sentir cómo le dan golpecitos secos y mi excitación crece. Nunca había estado tan caliente. Los golpes descienden por mis testículos y llegan a mi ano, golpean el plug que se introduce totalmente. No puedo evitar gemir en cada golpe, no quiero que pare esta tortura. Noto cómo se sienta en la cama, me coge el pene y me pajea lento mientras mueve el plug en mi culo. Domina el tiempo y no consigo correrme aunque me muero de ganas. Me suelta y se aparta cuando estoy tan cerca.
Percibo otro movimiento y ella vuelve a sentarse en mi cara, pero esta vez es diferente. Me cabalga, marca el ritmo, ya no la chupo, me está follando la boca, buscando su propio placer y yo solo puedo permanecer con la lengua fuera intentando llegar a todos los rincones de su coño jugoso que llega hasta mi cara en oleadas, a veces a golpes, a veces descendiendo despacio...
Y cuando ya está bien caliente, al fin decide cabalgarme. Se baja de mi cara y se monta a horcajadas sobre mí, despacio se va metiendo mi polla dentro, paladeando el instante, cada centímetro. Jugando, gozando, ella marca el ritmo y yo solo espero a que termine de meterla. Deseo que sea ya, pero sé que no tengo que hacerlo. Cuando al fin la tiene toda dentro exhala un suspiro... Algo que solo ella sabe lo que significa, el placer de sentirse completa. Poco a poco desgrana ese deleite, se mueve despacio encima mío haciendo que mi polla recorra cada rincón de su ser más profundo. Buscando los rincones oscuros, dejando a los músculos adaptarse y a su coño disfrutar. Quiero más, no lo puedo evitar, sacudo mi pelvis rompiendo su clímax y ella me contesta con un sonoro bofetón.
No estaba previsto, ha sido por sorpresa, pero para ella ha sido una satisfacción inesperada. La noto descubrir que quiere hacerme más daño y mientras clava sus uñas en mi pecho de nuevo, agarra el látigo y empieza a cabalgar más deprisa. Azota mi pecho, mis brazos... y de pronto da la vuelta al látigo y mete el mango en mi boca. Disfruta viéndome. Juega con el mango como si fuera una polla que entra y sale y me folla la lengua, me golpea los dientes y se ríe.
Me siento humillado, utilizado, y más cachondo de lo que lo he estado jamás. Saco la lengua, salivo el mango y los dedos de ella que también juguetean en mi boca mientras me folla, ahora con un ritmo más frenético, salvaje, de placer y de dolor, pero no importa. El plug de mi ano vibra constante y ella se corre al tiempo que me da, de nuevo, otro sonoro bofetón. Lejos de frenarme supone el pistoletazo de salida a mi ansiado orgasmo. Ahora sí, me libero a borbotones, mientras ella me sigue cabalgando.
Descansa sobre mi unos minutos, y luego me desata y se marcha. Ya en la puerta, mientras recojo mi ropa del suelo, me dice que me pedirá un taxi. Me visto, otra vez solo en la habitación y pensando en la que ha sido la mejor experiencia de mi vida. Salgo de la habitación y recorro el pasillo. Al final, veo una luz encendida en un gran salón y me dirijo hacia allí. Un hombre mayor espera sentado en un sofá.
- Toma, para el taxi.
Sé que le he visto antes, pero no puedo pensar ahora. Estoy demasiado azorado y su presencia allí hace evidente que nos ha estado viendo. Me acerca los 50€ y siento que han hecho de mí su puta, y sorprendentemente, ese pensamiento no me desagrada. Cojo el dinero y salgo por la puerta.
Ya en el taxi, reflexionando sobre esta noche, caigo en la cuenta. Era el director de la compañía, el que dio el discurso en la cena.
Mckenna
- 27.08.2021
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