Julia
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Me llamaba Julio, y no s? cuando empez? todo. Recuerdo una vez, siendo ni?o, que so?? que me hab?a convertido, de alguna forma, en ni?a. Estaba vestida con un vestido rosa, mallas blancas, y ten?a el pelo largo y rizado. Recuerdo que iba al ba?o y por primera vez orinada sentada. Ya cuando era un poco mayor, y ten?a doce a?os, recuerdo que era d?a de deportes en la escuela. Un amigo m?o estaba sentado a mi lado izquierdo, y por alguna raz?n mi mirada se pos? en sus piernas, llevaba shorts. Me llamaron la atenci?n sus piernas ya cubiertas de un fino vello, no masivamente musculosas pero ya no las piernas de un ni?o sino de un adolescente. Me fue dif?cil apartar la mirada.
Cuando entr? a la pubertad, mi cuerpo no cambi? realmente tanto. era bastante lampi?o y no ten?a absolutamente nada de vello en el pecho, era delgado y poco musculoso. Mis piernas eran poco velludas, y el vello que ten?an estaba pegadito a la piel. Pero lo peor para m? era el tama?o de mi pene que, para ser sincero, era el m?s peque?o de los que hab?a visto de los chicos de mi edad.
Con la adolescencia, empezaron los sue?os er?ticos. Recuerdo uno en que cuatro hombres me deten?an en el aire, uno de cada extremidad, mientras un quinto me met?a su enorme verga por el trasero. Otra vez, so?? que estaba en la escuela pero con el uniforme de las ni?as y un chico se me aceraba y me ped?a que fuera su novia. Sin esperar mi respuesta, me bes? en la boca y yo no me resist?, ?l puso las manos sobre mi trasero y lo acarici?, despu?s me desabroch? la falda y me baj? las pantaletas, exponiendo mi pubis de chica adolescente...
Me dec?a a m? mismo que eran sue?os absurdos, que no quer?an decir nada, que seguramente todos los chicos ten?an sue?os por el estilo pero no lo comentaban. Sin embargo, un d?a ocurri? algo que no pod?a ignorar solo como un sue?o tonto: Un d?a me hab?a lastimado el tobillo por lo que en clase de deportes solo me sent? a ver a los dem?s chicos jugar futbol. Lo equipos eran uno con cmaisa y otro sin camisa, y la mayor?a llevaba shorts. Empec? a fijarme en los torsos, en las piernas velludas... pude esconder mi peque?a erecci?n, pero me era dif?cil negarme incluso a m? mismo que me gustaban los hombres.
La primera vez que not? algo m?s en cuanto a mi cuerpo acababa de cumplir diecis?is a?os y estaba en la prepa, fue unas semanas antes de salir de vacaciones de verano. Cuando me estaba vistiendo despu?s de ba?arme, me fij? que mis pezones parec?an un poquito m?s grandes que lo que hab?an sido siempre. Pens? que tal vez era mi imaginaci?n y no le di importancia, pero en los d?as siguientes not? que mis pezones estaban como hinchados, pens? que pod?a ser una alergia o algo as?.
En los d?as siguientes sigui? el crecimiento; pronto tuve que admitirme a m? mismo que me estaban creciendo senos. Busqu? en internet y descubr? que a eso se le llama ginecomastia, que se puede operar, etc. No s? por qu? no le dije a nadie, no fui con el m?dico, nada. Tal vez ten?a verg?enza, no quer?a admitirlo a nadie, no s?. El hecho es que lo ?nico que hice fue ponerme playeras sueltas y, despu?s, empezar a vendarme el pecho.
Pocos d?as antes de que terminaran las clases, mis pap?s me comentaron que hab?an hecho planes para que pasara el verano con unos primos que viv?an en un rancho. Mi pap? dijo que me har?a bien el aire fresco, los deportes del campo, todo eso. En el fondo, yo sab?a que me mandaban para ver si en el campo me hac?a m?s hombre. Esos ?ltimos d?as en la ciudad fue cuando tal vez deb? de haber ido con el m?dico, pero no lo hice.
En el rancho me recibieron muy bien, pero lo malo fueron los juegos que les gustaban a mis primos, el futbol, que por el calor siempre jugaban sin camisa, y nadar en el r?o. Obviamente no quer?a que se descubriera el secreto de mis pechos, as? que pon?a pretextos y me quedaba en casa. Una de mis t?as hab?a tenido un beb? un par de meses antes, as? que fue la combinaci?n perfecta para ella: me encargaba al beb? cuando sal?an todos, me ense?? a darle el biber?n y eso, y as? yo me quedaba parte del d?a con el beb? en la casa mientras todos los dem?s, incluyendo la mam? del beb?, sal?an a nadar, jugar futbol, etc.
No es c?modo vendarse los senos, y no me atrev?a a no tenerlos vendados cuando hab?a m?s gente en la casa. As? que cuando solo ?ramos el beb? y yo, entre el calor que hac?a y la incomodidad de tener los senos tan apretados por vendas, me quitaba las vendas y la camisa. Liberados de las vendas, mis senos ya eran suficientemente grandes para que usara un sost?n. A pesar de que me la pasaba encerrado, no me molestaba realmente esa rutina, quitarme la camisa delante de otros simplemente no era una opci?n y ten?a tiempo para ver la tele o lo que quisiera.
No s? por qu? lo hice. Un d?a, mientras ve?a una telenovela, desnudo de la cintura para arriba, el beb? comenz? a llorar. Como ya le hab?a dado el biber?n, pens? en darle el chup?n. Pude hab?rselo dado. Pero vi o cre? ver que el beb? observaba mis pechos. Bueno, lo cargu? y pens? que unos pezones de verdad ser?a mejores que un chup?n y para acabar pronto, le ofrec? mis senos. Fue una sensaci?n extra?a, inc?moda, pero a la vez me gust?.
A partir de entonces, con frecuencia le ofrec?a el pecho al beb?. En cuesti?n de d?as, mis senos crecieron a?n m?s; con todo y vendas, no pod?a creer que nadie notara nada, pero nadie dijo nada.
Un d?a, sent?a que mis senos hab?an crecido notablemente durante la noche, y esper? con impaciencia a que todos se fueran, para poder quitarme las vendas y la camisa. Ese d?a, cuando le di el pecho al beb?, not? algo extra?o. Lo apart? del pez?n y entonces vi lo que sospechaba: algo de leche en sus labios. Fui al ba?o y me vi en el espejo: ten?a una gota de leche en el pez?n que hab?a chupado el beb?. No solo me hab?an crecido senos, hab?a amamantado a un beb?, y era por la lactancia que mis senos se hab?an hinchado la noche anterior.
A partir de ese d?a, no volv? a darle el biber?n, y lo amamantaba cuando est?bamos solos. Pronto ya no solo eran mis senos, notaba mi voz un poco m?s aguda, que por como me quedaba la ropa mis nalgas se estaban volviendo m?s redondas. Tal vez era paranoia, pero a veces me parec?a que mis facciones se estaban volviendo m?s delicadas, mis manos m?s femeninas, sin que pudiera encontrar una diferencia obvia.
Unos d?as despu?s, estaba amamantando al beb? como ya era costumbre cuando alc? la vista y vi a mi t?a mir?ndome en silencio. Estaba descalza, seguramente para que no oyera sus pasos al acercarse; no s? si hab?a regresado horas antes de la hora habitual tan sigilosamente que no la o? entrar o si simplemente se hab?a quedado discretamente.
Leela
- 04.01.2023
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