The Adjustment of Nicola JamesChapter 16 The Reunion
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Hayley estaba en pie frente a la mesa del sal?n central, ahora vac?o. Disimulaba su enfado mientras volv?a a ojear la copia de la ?ltima oferta. Se esforzaba por mantener porte elegante a pesar de todo. Incluso quer?a dar cierto aire de superioridad. Era una mujer hermosa. Tal vez no uno de esos bellezones que sal?an en revistas y pel?culas. Su imagen era m?s real, m?s natural. Sus ojos marr?n claro, grandes y bonitos. La melena casta?a oscura llegaba hasta mitad de la espalda. No era completamente lisa si no que pose?a algunas ondulaciones. Adem?s, Hayley siempre ten?a cuidado de ir bien peinada. En esta ocasi?n llevaba toda la cabellera por el lado izquierdo, dejando ver por completo la mejilla derecha, de aspecto fino, delicado, cubierta solo con un poco de maquillaje. Tambi?n dejaba a la vista la oreja, adornada con un elegante pendiente en forma de aro dorado, m?s grueso en la parte inferior que en la superior. Sus labios eran carnosos, sensuales, maquillados de color rosa suave.
Si su rostro era agradable, su cuerpo tampoco dejaba nada que desear. De nuevo, era muy distinta a esas escu?lidas modelos. Su cuerpo ten?a curvas. No, no le sobraba un solo kilo, todo lo contrario. Ten?a una figura saludable, voluptuosa. Tal vez le habr?a venido bien ser un poco m?s alta. Sus caderas eran gruesas. Acababan en un hermoso trasero redondeando y firme, sin excesos. Era la cl?sica figura de reloj de arena, o lo habr?a sido de ser sus pechos algo m?s peque?os. Eran grandes. Muchos habr?an dicho que eran, de hecho, demasiado grandes. Al ser una mujer joven a?n no hab?an cedido por completo a la fuerza de la gravedad. Unos pocos los considerar?an casi vulgares. Otros los apreciar?an como un magn?fico tesoro de la naturaleza, dignos de ser admirados ahora, en su plenitud. Aunque la misma Hayley no acaba de estar contenta con ellos. Demasiado grandes.
La mujer se enfundaba en un ce?ido traje azul que marcaba sus sensuales formas. El escote de cuello de barco, dejaba ver parte de los hombros, la clav?cula, y el propio cuello de Hayley. Escond?a los pechos, forzando a volar la imaginaci?n de quien la mirase. La parte baja ca?a un poco por encima de las rodillas, mostrando unas piernas bonitas cubiertas por pantis negros. Los zapatos, por supuesto, iban a juego con el vestido. De color azul oscuro, con tac?n de la altura justa. Consegu?an que su due?a pareciese unos cent?metros m?s alta, y sobre todo, la hac?an contonear las caderas sensualmente al andar.
Generalmente Hayley se mostraba con gesto agradable, quiz?s un poco altivo en ocasiones, pero su sonrisa era c?lida y bonita a la vez. Ahora solo mostraba media de esa sonrisa. Los labios le temblaban espor?dicamente al apretarlos por la rabia. S?, hac?a su mejor esfuerzo por demostrar que controlaba la situaci?n, as? lo cre?a, pero el asunto comenzaba a cansarla.
Frente a ella un tipo de apariencia normal. La apariencia m?s normal del mundo. De haber sido las cosas distintas, alguien podr?a haber preguntado a la mujer por la descripci?n de aquel hombre y ella habr?a respondido poco m?s que, "moreno, vestido con traje negro, camisa blanca, y corbata azul". Tambi?n podr?a haber a?adido que estaba en forma y que sus ojos eran marrones, pero sobretodo fr?os. Nada m?s.
No era este hombre, quien se hab?a presentado como Bob, el causante de su ira. Tan solo era el mensajero. Aquel problema ten?a otro monde. Rick Maretti.
Hayley hab?a heredado el hotel de su padre, fallecido a?os atr?s. Al principio le hab?a costado llevarlo todo. Era tan joven cuando se vio dirigi?ndolo? Sin embargo no se hab?a hundido. Hab?a tomado las riendas. Hab?a aceptado el consejo de sus empleados, hab?a trabajado hasta el agotamiento, y hace un par de a?os hab?a conseguido volver a hacerlo rentable. Ten?a mucho a su favor. Un emplazamiento perfecto casi en el centro de la ciudad, unas instalaciones no muy grandes pero s? confortables y elegantes. Una clientela fiel. Cr?ticas positivas en gu?as y p?ginas web. Hombres que volv?an solo por tener la ocasi?n de verla de nuevo y fantasear con ella una vez m?s. A?n as? su esfuerzo hab?a sido el factor m?s determinante.
Hac?a un par de meses hab?a llegado Maretti. Hab?a comprado los edificios de un par de manzanas a la redonda. Quer?a construir uno de esos mega centros comerciales. El Hotel de Hayley estaba justo en mitad del supuesto proyecto. La oferta hab?a sido generosa, muy generosa. Ella simplemente no quer?a vender. Ya ten?a dinero y el hotel lo era todo en su vida. El ?nico recuerdo de sus padres.
Rechazar la oferta fue sencillo. Los siguientes meses no tanto. Primero aument? la delincuencia en el vecindario. Hayley reaccion? contratando seguridad privada y elevando un par de cartas al ayuntamiento, despu?s de enviar una copia a los peri?dicos, claro. Siguieron un par de robos, nada serio. No hab?an funcionado. La ?ltima jugarreta hab?a sido un soborno al inspector de sanidad. Por eso estaba cerrado el hotel. Acababa de exterminar unas ratas que en realidad nunca estuvieron all?. Otro inspector llegar?a al d?a siguiente para certificar que todo estaba correcto.
A pesar de cada triunfo, empezaba a estar m?s que harta.
Bob era el ?ltimo enviado de Maretti. Hab?a algo distinto en ?l, algo que no gustaba a Hayley. Claro estaba que lo hab?an enviado por resultar m?s amenazante, y lo hab?an hecho sin previo aviso. Se hab?a presentado all? hac?a una hora, cuando ella revisaba los ?ltimos detalles antes de la reapertura. Le hab?a dejado pasar con dos intenciones. En primer lugar, tratar de hacerle comprender que no iba a vender. Incluso si se arruinaba y deb?a cerrar el hotel, no vender?a el terreno. Toda la campa?a en su contra era in?til. La segunda era demostrar que no pod?an asustarla. A ella no.
Tampoco pod?an comprarla. La oferta era estratosf?rica para el valor real del terreno. Aceptando ya no necesitar?a trabajar nunca m?s. Daba igual. Era cuesti?n de convicciones. Tras unos segundos pensando volvi? a esbozar una bonita sonrisa cargada de seguridad, con algo de arrogancia.
-Bob? - esper? por si el hombre completaba el nombre con un apellido.
-Bob est? bien - respondi? ?l secamente.
-Bob. No voy a vender. Este hotel es mi vida. Es m?o. No voy a desprenderme de ?l. Espero haberlo dejado claro de una vez.
?l ni se inmut?. Su actitud molestaba a Hayley. Era como mirar una foto, siempre el mismo rostro impasible.
-Mi cliente cree que realmente deber?a reconsiderar la oferta. Este barrio es peligroso.
Hayley sinti? una nueva oleada de ira. Aquel tipo iba a su hotel, su hogar, armado ?nicamente con una carpeta llena de documentos y un malet?n a?n cerrado. No conforme con insistir, la amenazaba. Cerr? las manos, de dedos delgados, formando peque?os pu?os que ocultaban la cara manicura y el esmalte rojo. Control? la ira. Ese hombre deb?a pretender hacerla enfadar. No quer?a darle ese placer. Recuper? la sonrisa por en?sima vez.
-He vivido aqu? desde siempre. Sabr? arregl?rmelas, gracias.
-Mi cliente tambi?n me ha pedido que la advierta. Esta es la ?ltima oferta. Por eso voy a repetirla una vez m?s. Si ahora me dice que no, ya no habr? marcha atr?s. No habr? m?s ofertas ni oportunidades. ?No va a reconsiderar la oferta?
-Me alegra que por fin sea la ?ltima vez. - Respondi? entre aliviada y enfadada. - La respuesta es no.
Volvi? a sonre?r, victoriosa. No hab?an podido con ella. Maretti iba a recibir una lecci?n de humildad. Dio la vuelta para regresar a su despacho a realizar una ?ltima revisi?n antes de ir a casa a dormir.
-Espero que sepa encontrar la salida.
-En realidad, a?n no me voy.
Hayley se detuvo, nuevamente enfada. Gir? para volver a dar la cara a aquel pesado. Al hacerlo lo encontr? a poco menos de un metro de distancia.
-?Qu??
Bob lanz? una patada baja, lo que un luchador llamar?a "low kick" contra la pierna de Hayley, impactando en plena corva izquierda. Mientras emit?a un peque?o chillido de dolor, su pierna ced?a, dobl?ndose y estando apunto de hacerla caer al suelo.
Bob no esper?. Su v?ctima no era una oponente en ning?n sentido de la palabra, pero ?l siempre se comportaba como si realmente pudiesen o supiesen defenderse. Un profesional no acepta m?rgenes de error. Lanz? un gancho que golpe? a la mujer en la mejilla izquierda, causando una peque?a herida en el rostro y haci?ndola sangrar por la boca al morderse el labio. Agarr? entonces con ambas manos la cabeza, tirando hacia abajo para ganar fuerza al conectar un rodillazo en el est?mago. Hayley, aturdida y sin poder cargar peso en la pierna izquierda, cay? hacia atr?s, volcando y rompiendo una mesa al chocarse con ella.
Aturdida, moviendo la cabeza de lado a lado sin ser del todo consciente de los ?ltimos acontecimientos, no lo not? cuando Bob la agarr? de ambas piernas y tir? hacia s? para quitarla de los restos de la mesa. Empez? a patalear un poco cuando not? que alguien le separaba las piernas. M?s por reflejo que por intenci?n, lanz? un par de golpes con las manos. Bob reaccion? desviando f?cilmente los f?tiles ataques. Agarr? la cabeza de ella con ambas manos, y golpe? el cr?neo contra el suelo un par de veces. No la dej? inconsciente, solo demasiado aturdida.
Una vez arrebatada toda lucha de la pobre Hayley, Bob le separ? las piernas y se arrodill? entre ellas. Subi? el vestido rasg?ndolo un poco por el tir?n. No se molest? en bajarle los pantis, los raj? a tirones por la zona genital. Se encontr? con unas bonitas bragas de encaje, tambi?n negras, que pronto rompi? c?mo hab?a hecho con los pantis. Ten?a delante una vagina preciosa, de labios rosados, prietos, con solo un poco de pelo justo por encima. No esperaba menos de una mujer tan cuidadosa.
Abri? la cremallera de los pantalones y, tras solo unos segundos, asomaba una enorme erecci?n. Seguramente era la m?s grande que ella hubiese visto en persona, pero a?n no era consciente de su entorno. Solo reaccion? cuando el pene invasor la penetr? de golpe, sin lubricaci?n alguna. Un gemido de dolor escap? de los labios de la joven. Comenz? a mover la cabeza de un lado a otro mientras repet?a "no". Todo su cuerpo se agitaba mientras las primeras l?grimas comenzaban a recorrer las mejillas directamente hacia el suelo. A?n mareada, le cost? poner las manos en el pecho de su agresor, tratando de quit?rselo de encima. No habr?a tenido fuerza suficiente encontr?ndose centrada y en plena forma. Tras ser vapuleada y sin ver n?tidamente, fue un esfuerzo completamente in?til. Bob respondi? agarrando ambas manos con la zurda para ubicarlas sobre la cabeza de la joven. Durante unos instantes, Bob sigui? posey?ndola as?, disfrutando del espect?culo de los pechos botando bajo el cada vez m?s desali?ado vestido azul. Agarr? el escote con la diestra.
-No? - grit? ella, cada vez m?s centrada. - ?Noooo!
Bob tir? con fuerza. El sonido de tela rompi?ndose inund? el sal?n por unos instantes. Los grandes pechos de Hayley solo estaban cubiertos ahora por un sujetador, tambi?n de encaje negro, sin tirantes. Los dej? as? por ahora.
Hayley casi hab?a vuelto en s? del todo. Volvi? a gritar. Bob le tap? la boca con la mano derecha. No es que los gritos supusiesen un problema, nadie la oir?a fuera del hotel, pero su experiencia le dec?a que as? sus v?ctimas se sent?an m?s indefensas. Eso le gustaba. La mirada de terror de Hayley fue suficiente recompensa.
Las embestidas aceleraron, indicando la inminente eyaculaci?n. Bob se dej? ir, llenando la vagina de la chica. No le importaban mucho las pruebas. No estaba fichado, no hab?a muestras con las que comparar, ni ADN ni huellas. Solo un mont?n de casos sin resolver, todos catalogados como "agresor desconocido". Ahora a?adir?an un nuevo nombre al expediente. En realidad ven?a bien, con v?ctimas tan dispares nunca pensar?an en un profesional.
Una vez qued? libre, Hayley se encogi? sobre s? misma, en posici?n fetal sobre el costado derecho.. La rodilla le dol?a much?simo, al igual que la espalda, la mejilla, y la cabeza. Se sent?a sucia y humillada. Intent? recomponer el vestido con la mano izquierda mientras, instintivamente, llev? la derecha a la zona genital que le dol?a y escoc?a a partes iguales. Solo ten?a fuerzas para llorar. Y llor?, perdiendo la noci?n del tiempo.
Bob volvi? a acercarse. Ella lo escuch?. No se atrevi? a mirarle.
-?Firmar?! - dijo entre sollozos - lo que quieras.
Bob sonri?. Este era de sus momentos preferidos en cada trabajo. No serv?a cualquiera. Solo lo disfrutaba cuando se trataba de esta clase de mujer. Fuerte, guapa, con personalidad. Una que realmente tuviese algo antes de quebrarla.
La agarr? por el pelo. Pr?cticamente la levanto en peso mientras Hayley segu?a llorando y gritando.
-?No!, ?Para!, ?Voy a firmar!.
Sin hacer caso, Bob agarr? lo que quedaba de vestido y empez? a tirar. Hayley ten?a problemas para mantenerse en pie. La pierna izquierda a?n no respond?a bien y ella segu?a algo mareada. A?n as? trat? de agarrar la tela mientras su agresor la arrancaba de varios tirones. Tembl?, se agit?, y resisti? cuanto pudo cuando ?l arranco el sujetador. Los pechos quedaron por fin al aire. Not? fri? en los pezones, redondos, casi de color caramelo. Por supuesto no estaban erectos, ni lo iban a estar. .
Mientras segu?a sosteni?ndola por el pelo con la mano izquierda, Bob comenz? a jugar con las tetas. All? no hab?a sitio para la delicadeza. Los apret?, los estruj?, los lami?, los retorci?, e incluso mordi? con fuerza dejando la marca de los dientes. Los gritos no cesaron en ning?n momento. Al final la solt? para ver su obra.
Hayley se sostuvo en pie con dificultad. Intent? tapar los pechos con el brazo derecho, labor harto complicada, mientras cubr?a su sexo con la mano izquierda. Estaba en pie vestida ?nicamente con unos pantis desgarrados y los zapatos, llorando mientras pugnaba por no volver a caer al suelo.
Bob volvi? a acercarse y agarrarla por el pelo. La conduc?a hacia la pared de la izquierda, adornada con un gran espejo que la recorr?a por completo.
-?Basta! - gritaba ella entre sollozos. - ?Ya basta!
No hubo respuesta. La hizo inclinarse hacia delante cerca de uno de los c?modos sof?s del sal?n. Hayley apoy? los brazos r?pidamente para no caer, quedando frente al espejo. Pudo ver sus enormes pechos colgando. Contempl? a Bob agarrando el pene, listo para penetrarla de nuevo, desde atr?s en esta ocasi?n. Ella cerr? los ojos e hizo el firme prop?sito de no gritar m?s. Estuvo a punto de fallar casi al instante, pero no fue as?. Apret? los dientes, cerr? los ojos con fuerza, y tan solo se le escaparon algunos gemidos de dolor cuando la penetraci?n era especialmente fuerte.
Bob miraba el espejo. Estaba mesmerizado. Al principio tambi?n hab?a dudado sobre si aquellas tetas no eran un poco demasiado grandes. Al verlas balancearse sin control, chocando una con otra, sufriendo ondulaciones al agitarse, sali? de dudas. Tal vez no era su tipo de mujer ideal, pero desde luego representaba un aut?ntico espect?culo.
Hayley prob? a agarrar los brazos del sof? para paliar el dolor. No sirvi?. Apretaba cualquier cosa al alcance de sus manos. Buscaba a tientas algo a lo que aferrarse. Nada serv?a. Le pareci? permanecer as?, montada como un animal, durante horas. Al final, por segunda vez en la noche, not? el semen de aquel desalmado llen?ndola.
Cuando acab? la solt?, dej?ndola caer sobre el sof?. El torso qued? sobre el asiento mientras las piernas colgaban hacia el suelo, apoy?ndose con las rodillas en ?l. No le quedaban fuerzas ni voluntad para intentar levantarse. A?n as? gir? la cabeza cuando escuch? pasos a su espalda. Vio al violador agarrando la pata de la mesa que hab?an roto durante la "pelea". Sinti? m?s p?nico del que jam?s hab?a cre?do posible. Trat? de ponerse en pie apoy?ndose en las manos, pero recibi? un fuerte golpe en el h?gado. El dolor casi la paralizaba, aunque consigui? incorporarse e incluso dar la vuelta. Sin tiempo para m?s, fue incapaz de protegerse ante un segundo golpe con la punta de la pata, a modo de estocada, directamente contra el est?mago. Volvi? a caer al sof?, esta vez boca arriba.
-?No! , ?No!, ?No!, ?No! - Trat? de gritar, aunque el golpe la hab?a dejado con poco aire. - Te lo suplico - hablaba entre sollozos. - Firmar?. Har? lo que quieras. Yo? yo? - adem?s de llorar, se sonroj? de verg?enza ante su propia oferta antes si quiera de realizarla - dejar? que me? me?
-Folles - la interrumpi? Bob, a?n armado con la pata de la mesa. - Dilo.
-Dejar? que? - cerr? los ojos. Se hizo a la idea. Pod?a soportar la humillaci?n. - Dejar? que me folles. - las palabras salieron de la boca con asco, con la derrota marcada en el timbre de voz. - c?mo tu quieras.
Bob sonri?. Sinti? otra erecci?n de camino. La hab?a quebrado totalmente.
-Te dije - continu? a rega?adientes, lamentando no tomarla otra vez - que si te negabas no habr?a marcha atr?s. - Alz? la pata de nuevo.
-?No!, ?Por fav?!, ?Ahhh!
Hayley grit? de dolor cuando un nuevo golpe interrumpi? sus palabras. El impacto le rompi? la clav?cula derecha, clavando el hueso contra los m?sculos. La agresi?n ya no par?. Hayley intent? defenderse poniendo los brazos y las piernas delante. Escuch? claramente el chasquido cuando los huesos del antebrazo izquierdo se rompieron. Sinti? la rodilla "buena" salirse de su sitio. Pronto ya no pod?a protegerse de ning?n modo. Eso no detuvo la paliza. El est?mago, los ri?ones, de nuevo el h?gado. Los enormes pechos se convirtieron en el blanco estrella. Eran f?ciles de alcanzar y los gritos de dolor alcanzaban cotas exquisitas para Bob. El estern?n, adem?s de algunas costillas y la cadera, tambi?n se quebraron. El agresor qued? agotado de tantos golpes, deteni?ndose para recuperar el aliento.
Hayley era un desastre. Una burla de la mujer joven y hermosa que hab?a sido hace tan solo unas horas. Estaba llena de moratones, de cortes, de ara?azos. Ten?a varias hemorragias internas, ?rganos reventados. Una costilla se hab?a clavado en el pulm?n, haci?ndola toser sangre adem?s de provocar un sufrimiento horrible cada vez que respiraba. Sent?a tanto dolor que era incapaz de controlar una serie de continuos espasmos. Se hab?a meado encima, manchando los caros pantis que luc?a en las piernas. Ten?a varios hilillos de sangre que descend?an desde boca y nariz tanto hacia el cuello y el pecho como hacia los lados de la cabeza, manch?ndole el pelo con una mezcla de sangre y saliva. No lo sab?a, o no lo pod?a aceptar, pero ya no ten?a salvaci?n posible. Tan solo el rostro hab?a quedado a salvo del brutal asalto, da?ado ?nicamente por el gancho con el que la hab?a atacado al principio, antes de la primera violaci?n. Ahora todo aquel horror le parec?a insignificante en comparaci?n.
-A? ayuda. - Intent? alzar el brazo en un gesto de s?plica, pero este se torc?a innaturalmente un poco por encima de la mu?eca. - M? me? m?dico.
Bob sonri?. Estaba claro que Hayley se aferraba la vida. No pudo evitar comprobar hasta qu? punto. Subi? al sof?, arrodill?ndose junto a ella. Acerc? el pene a los labios de su v?ctima. No necesit? m?s. Hayley, con el dolor y el miedo forz?ndola a superar la humillaci?n del momento, abri? la boca. Acarici? el glande con la lengua sin mucha maestr?a. Jam?s le hab?a gustado dar sexo oral. Empez? a mover el cuello para bombear con la cabeza. La clav?cula rota le mataba al hacerlo. Nuevas l?grimas de dolor empa?aron su hermoso rostro. Bob, algo decepcionado con el ritmo, aunque satisfecho con el esfuerzo, agarr? la cabeza con ambas manos para empezar a masturbarse usando la boca de la pobre mujer como juguete sexual. Adem?s ?l mov?a las caderas adelante y atr?s. Desde luego no fue la mejor mamada de la historia, no a nivel de ejecuci?n, pero Bob estaba tan excitado que not? en seguida la tercera corrida de la noche. Le sac? el miembro de la boca, manteniendo la cabeza levantada con la mano izquierda, mientras se acababa de masturbar con la derecha. Eyaculo por todo el rostro, salpicando tambi?n la melena casta?a que luego utiliz? para limpiarse. Las manchas de sangre se mezclaban en algunos puntos con las de semen, creando una mezcla ros?cea que a Hayley le pareci? muy mal oliente.
-No puedo creerlo- Dijo Bob mientras se repon?a. - Te mato y, adem?s de la paga que me van a dar, c?mo agradecimiento vas y me la chupas. - Sonri? - Nunca hubiese dicho al verte que eras tan puta.
Hayley abri? los ojos como platos, pr?cticamente el ?nico movimiento del que era capaz, e intent? rogar otra vez. Bob agarr? la pata y la golpe? con fuerza en la frente. Tal fue el golpe que la madera se parti? en dos. Us? lo que quedaba para seguir golpeando la cabeza, de frente y por los lados. Cuando acab?, hab?a destrozado por completo un ojo, roto la nariz, y arrancado algunos dientes. Nada de eso era lo peor. Hab?a destrozado la parte superior del cr?neo, llenando de sangre el pelo adem?s del sof?. En realidad hab?a salpicado bastante por los alrededores. Adem?s, pod?an verse trozos de hueso e incluso un poco de materia gris. Claro que de gris ten?a solo el nombre, estaba tan enrojecida como todo lo dem?s. Bob se pregunt? qui?n encontrar?a el cad?ver. Tendr?a que leer los peri?dicos del d?a siguiente.
Hab?a terminado el trabajo. En unos d?as Maretti enviar?a a uno de sus sicarios a pagarle. Habr?a una investigaci?n en la que Maretti ser?a el primer sospechoso, claro, pero no encontrar?an nada. El dinero saldr?a de los negocios sucios de su cliente. Efectivo, imposible de trazar. Las caracter?sticas del crimen encajar?an con las de muchos otros a lo largo del pa?s. De hecho Bob, estaba seguro, deb?a ser considerado un simple asesino en serie. El t?rmino pod?a ser correcto, pues era un soci?pata, pero hab?a encontrado una forma de encauzar ese peque?o problemilla. Solucionar problemas. Mir? su ?ltima obra. No sinti? ning?n remordimiento a pesar del estado en que hab?a dejado a Hayley. Era incapaz de tales sentimientos, y la l?gica le dec?a que, despu?s de todo, le hab?a dado la oportunidad de salvarse. Por eso le llamaban en el mundillo "solucionador" en lugar de asesino a sueldo. Simplemente solucionaba problemas, solo que muchas veces lo hac?a asesinando. Ten?a el trabajo de sus sue?os.
Era el momento de largarse. Consigo llevaba la satisfacci?n de un trabajo bien hecho.
Arisha
- 25.03.2020
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