El Ring De La Muerte free porn video

Michelle estaba acabando de prepararse para el combate. Su atuendo y aspecto no eran los habituales para luchar, pero tampoco era un evento habitual. Vest?a con un top de color azul el?ctrico, bastante ajustado, con escote en forma de V, que dejaba ver la forma de unos pechos bien redondeados, firmes, probablemente de talla noventa. No cubr?a sin embargo el vientre, con abdominales definidas, aunque no tanto como para ganarle el apelativo de "musculosa". Atl?tica le sentar?a mejor. En la parte inferior luc?a unas mallas ajustadas que llegaban hasta mitad de la pantorrilla, del mismo color que el top. Ese era todo el atuendo. Ni calzado ni protecciones en las manos. Ni siquiera se hab?a colocado vendajes en las mu?ecas, sin embargo llevaba las u?as pintadas de color rojo oscuro. Hab?a m?s particularidades. Michelle llevaba algo de maquillaje, una capa fina para esconder algunas pecas, un poco de sombra de ojos, y los labios pintados de rosa suave. Nada estrafalario, solo curioso dadas las circunstancias.

Tambi?n era curioso encontrarse con una luchadora tan bella. Rubia natural, de esas cuyas cejas apenas pueden verse salvo cuando estas a unos pocos cent?metros. A?n as? se te??a para tener la melena a?n m?s rubia, de color muy claro. El pelo se le rizaba un poco, pero en ese momento lo llevaba recogido en una larga cola que ca?a desde la coronilla hasta mitad de la espalda. No deb?a molestarle ni cubrirle los ojos, dos preciosos ojos azules, un tanto alargados, que hac?an las delicias de quien pudiese pararse a contemplarlos. Estaban enmarcados en un rostro casi angelical, con las mejillas un poco redondeadas que de alg?n modo encajaban con una cara angulosa. Ten?a la piel morena, lo cual era normal, siempre entrenaba en la playa, a primera hora de la ma?ana, cuando no pod?an molestarla? ni disfrutar de sus sensuales formas, pues muchos habr?an pagado por ver su trasero, tambi?n firme, resping?n de buen tama?o, aunque menos espectacular que los pechos. Era una mujer cerca de la treintena, joven y fuerte. Un placer para los ojos.

No, desde luego no ten?a aspecto de luchadora, tampoco de profesora de primaria, sin embargo era ambas cosas.

Mientras estiraba, escuch? pasos, tacones, a su espalda. No le hizo falta darse la vuelta para saber que se trataba de Gail, su amiga de toda la vida. Ambas ten?an la misma edad, veintimuchos. All? acababan las similitudes f?sicas. Mientras que Michelle med?a algo m?s de metro setenta, Gail era varios cent?metros m?s bajita. En el barrio sol?an bromear llam?ndola la "negra m?s blanca de la ciudad", y le hac?a justicia, pues su piel resultaba bastante clara para ser una mujer de color. Era m?s voluptuosa que Michelle, con senos m?s grandes (si bien un poco ca?dos) , caderas m?s anchas, y posaderas m?s redondeadas. Su constituci?n no era atl?tica, pero aunque no estuviese tan en forma, no le sobraba un solo kilo. La clase de mujer que tan solo necesitaba cuidarse un poco para estar perfecta. Llevaba el pelo liso, como siempre, con la raya en medio, cayendo hacia la espalda desde ambos lados del rostro sin cubrir sus facciones. Los labios, pintados de rojo oscuro, eran carnosos, sensuales. Los ojos, no muy grandes, de color marr?n oscuro, casi negro. Cara redondeada, femenina, con el ce?o un poco fruncido por la preocupaci?n.

Exig?an cierta etiqueta para entrar, incluso a los acompa?antes de luchadores y luchadoras. Gail luc?a un vestido ce?ido de tirantes, negro con algunos adornos bordados en rojo. La falda llegaba a la mitad del muslo, permitiendo exhibir unas piernas bonitas cubiertas con medias de color oscuro, enganchadas a un liguero negro que, por el momento, permanec?a oculto a la vista. Remataba el conjunto con zapatos de tac?n y algo de maquillaje.

-Al?grate un poco, o al menos disimula mejor.- As? la recibi? Michelle. - Siempre te preocupas antes de un combate. ?te has ocupado de las apuestas?

-?Apuestas? - respondi? entre enfadada y preocupada. - Es mejor que lo dejes ahora, Michelle.

La rubia se gir? para ver el rostro de su amiga. A Gail nunca le hab?a gustado verla combatir. A pesar de la necesidad, hab?a estado en contra de todo esto desde el principio. En aquel momento era distinto, a?n peor. No se encontr? con una simple mirada de desaprobaci?n. En esa ocasi?n hab?a miedo.

-No vas a empezar otra vez con eso, ?verdad?, ya lo hemos hablado.

-No lo entiendes - interrumpi? Gail algo exasperada. - He ido a apostar, c?mo acordamos. ?Sabes qu? me he encontrado?, ?No se puede apostar por ti! - Michelle se mostr? extra?ada, pero dej? hablar a su amiga. - Permiten apostar cuanto tardar?s antes de rendirte, cuantos golpes le dar?s antes de quedar fuera de combate, cuantos huesos va a romperte. He apostado que aguantas m?s de cinco minutos, porque es lo m?s parecido a la victoria que hab?a, y lo pagan cien a uno. ?Cien a uno! - Intent? razonar una ?ltima vez. - Michelle, d?jalo. A?n estamos a tiempo.

La rubia neg? tajante con la cabeza. Dio unos saltitos para acabar de calentar, e intent? sonre?r de forma tranquilizadora.

-Ya nos han pagado. No aceptar?n que nos vayamos sin m?s. Adem?s, sabes por qu? estamos haciendo esto.

Michelle y Gail no se hab?an criado en el mejor barrio de la ciudad. La gente malviv?a para poder llegar a fin de mes. Los j?venes dejaban el instituto intentando llevar algo de dinero a casa. Gail se esforz? mucho para conseguir una beca y pudo compaginar algunos trabajos de poca importancia con los estudios. Michelle, hija de un gran campe?n, hab?a luchado como semiprofesional adem?s de unos pocos trabajos espor?dicos como modelo. Nada importante en ninguno de los dos casos, solo en el ?mbito local.

Las dos pod?an haber elegido otros destinos, pero se quedaron en el lugar que las vio crecer. Gail, adem?s de su trabajo, hab?a conseguido fundar una peque?a fundaci?n para mantener a adolescentes y j?venes lejos de la calle. No era mucho, tan solo hab?a conseguido alquilar un pabell?n, conseguir algunas canastas, unos cuantos libros? apenas lo justo. Michelle hab?a comenzado a impartir clases en el colegio en que ella misma fue alumna a?os atr?s, y por las tardes ayudaba tambi?n en la fundaci?n.

Aunque fuese duro, hab?an conseguido sacarlo adelante hasta la ?ltima inspecci?n del ayuntamiento. El pabell?n necesitaba reformas importantes para mantenerse en p?e, o lo derribar?an. Nadie en el barrio pod?a reunir tanto dinero, aunque lo hab?an intentado. Fue entonces cuando Michelle decidi? volver a luchar. No ten?a patrocinadores para hacerlo como profesional. Habr?a tardado a?os en empezar a ganar dinero, y eso a pesar de su calidad. Cuando dej? los c?rculos semi profesionales no contaba una sola derrota.

Ambas conoc?an el barrio lo suficiente para haber escuchado hablar de ciertos combates clandestinos. Algunos elementos de la alta sociedad (de su ciudad y de otras) se juntaban en recintos privados para organizar veladas de lucha menos restrictiva que los c?rculos oficiales. Fue Gail quien pens? apostar por Michelle cuanto hab?an conseguido recaudar, y eso que detestaba la idea. El plan funcion? a la perfecci?n.

Michelle era una combatiente excelente. Ninguna otra mujer que se presentase pod?a igualarla. Pronto la fama de la rubia creci? tanto entre aquellos ricachones, que alguno sugiri? enfrentarla a hombres, pesos ligeros. Algo as? ser?a impensable fuera de los combates clandestinos. Dentro era una gran oportunidad porque pagaban bien. Desoyendo las advertencias de Gail, hab?a combatido una vez tras otra. Sus rivales se confiaban y no ten?an demasiada t?cnica, solo agresividad. Atacaban a la cara una vez tras otra mientras ella revoloteaba como un pajarillo a sus alrededores, golpeando piernas, est?magos, ri?ones, y cualquier punto doloroso. Aunque se hab?a llevado un par de buenos sustos, segu?a invicta. Fue entonces cuando recibi? esta ?ltima oferta. Un mill?n por un solo combate. Con ese dinero podr?a pagar la reforma completa, incluso ampliar el pabell?n. Mientras Michelle se emocionaba pensando en ello, Gail se asustaba. Aunque no fuese luchadora estaba al tanto del mundillo, sobretodo de los combates clandestinos. El rival ser?a Oni. No se sab?a demasiado de ?l, ni siquiera su edad. Combat?a llevando una m?scara de porcelana blanca con una gran nariz alargada. Hab?a sido campe?n de artes marciales mixtas tiempo atr?s, hasta que dejaron de contratarle por lesionar gravemente a sus rivales en cada combate. Desde entonces peleaba por todo el pa?s para "gente selecta". Todo un circuito tan lucrativo como los oficiales, pero mucho m?s brutal. No es que Oni siguiese invicto, es que en ocasiones luchaba en cuatro o cinco combates consecutivos la misma noche. No hac?a distinci?n entre hombres o mujeres. En esa misma velada, mientras Michelle a?n se estaba cambiando, Oni hab?a participado en tres de los seis combates ya disputados. Gail desconoc?a los resultados porque a los acompa?antes no se les permit?a salir hasta unos minutos antes del combate de su luchador, pero aquel hombre le daba miedo, y no era el ?nico motivo para tenerlo.

Los organizadores deb?an mantener el anonimato. En cada velada hab?an sido cuidadosos, pero en esta ?ltima rozaban la paranoia m?s absurda. Las hab?an recogido en furgoneta a las afueras de la ciudad. Les hab?an vendado los ojos. Tras horas dando vueltas hab?an llegado al edificio. Un edificio que parec?a destinado solo a espect?culos de esa ?ndole. Nada de un almac?n abandonado ni m?s mansiones con un ring en el jard?n. Era un pabell?n deportivo con instalaciones modernas, con circuito cerrado de televisi?n e inhibidores de m?viles. El ring era una jaula octogonal, amplia, con varios juegos de c?maras en el techo que retransmit?an la imagen a una serie de pantallas gigantes que permit?an ver a todos los espectadores.

Las malas sensaciones no acababan all?. El organizador, Smiley, no le gustaba. Era un tipo de apariencia normal, unos cuarenta a?os, y con el don de la palabra. Recordaba claramente a un mafioso. ?Acaso no era razonable que esto lo organizase la mafia? Siempre iba acompa?ado de dos guardaespaldas enormes, ex soldados rusos seg?n se dec?a. Aunque era un tipo amable. Hab?a ofrecido a Gail ver el combate en el palco, junto a ?l.

-Ya, ?y qu? le digo a tu hermana cuando tenga que llevarla a verte al hospital?

Michelle frunci? el ce?o. Gail la conoc?a demasiado bien. Sab?a atacar donde iba a hacer da?o. Daba igual, la decisi?n estaba tomada.

-Que voy a poder pagarle la universidad

Su hermana, B?rbara, no ten?a el mismo talento para luchar (aunque tambi?n era h?bil), pero era incluso m?s hermosa que ella, as? que tambi?n consegu?a algunos trabajos como modelo. Incluso podr?a intentarlo a un nivel m?s profesional, pero no le interesaba.

-Michelle, en serio, ese tipo me da escalofr?os.

-Te preocupas demasiado. A estas alturas, y todav?a hace esa antigualla de karate. Pero tranquil?zate, si las cosas van mal - dio varias palmadas en su propio muslo - me rindo y ya est?. ?Contenta?

Gail se encontraba a varios kil?metros de estar contenta, pero acab? resign?ndose. Si su amiga iba a luchar, no deb?a desconcentrarla.

La morena lleg? al palco junto a Smiley, quien le esperaba vestido con un smoking negro y pajarita a juego. Los guardaespaldas la dejaron pasar mientras se deleitaban con ella. Lamentaron no tener que registrarla a fondo. Gail no ocultaba demasiado su nerviosismo, y las cosas no mejoraron al escuchar la falsamente c?lida voz del anfitri?n.

-Est? preciosa esta noche.

Ella sonri? por compromiso justo antes de sentarse en la c?moda butaca que le permit?a mirar directamente al ring o a una de las pantallas gigantes. Justo en el centro del ring, una jaula de forma cuadrada, se encontraba Oni, un hombre asi?tico, bastante alto para su raza, vestido con unos pantalones blancos deshilachados, sin camisa, con el pelo largo y blanco, y la famosa m?scara cubriendo el rostro. Un hombre fornido, musculoso sin excesos. Estaba sentado sobre sus talones. La gente lo animaba. Para Gail era una novedad, normalmente animaban a Michelle en cuanto sab?an que iba a combatir. Precisamente la rubia estaba entrando en la Jaula en ese mismo instante.

Michelle recorri? el pasillo hasta la jaula sin prestar mucha atenci?n a las obscenidades que le gritaba el p?blico mayoritariamente masculino. Se planto frente a Oni mientras este se levantaba. El luchador le lanz? tal mirada lasciva que ella se sinti? desnuda durante unos momentos. Tambi?n intent? ignorarlo. Estaba acostumbrada a esas reacciones en los hombres.

A su espalda cerraron la puerta con candado. Ya no hab?a marcha atr?s, pero se sent?a capaz de al menos plantarle cara. No ser?a el primero en llevarse una buena sorpresa con ella. Solo un par de metros separaban a ambos. Nada m?s. Ni ?rbitros ni ning?n otro objeto. Tan solo hab?a algunas c?maras en el techo para grabar toda la acci?n sin perder detalle. La gente no dejaba de gritar animando a Oni. Todos en el p?blico eran gente bastante adinerada, la mayor?a hombres. Seguro que hab?a m?s de un mafioso entre ellos. Michelle les ignor?. Ni siquiera busc? con la vista a Gail. Esper? dando saltitos mientras Oni permanec?a inm?vil. Finalmente son? la campana.

La rubia atac? primero. Corri? directa hacia su rival que la recibi? ?nicamente adoptando una guardia baja mientras flexionaba un poco las piernas. Michelle lanz? una patada contra el lateral de la rodilla. No impact?. Oni levant? la pierna para lanzar su propia patada, frontal, contra el est?mago de Michelle. La luchadora hab?a recibido golpes en el pasado, pero con este sinti? algo distinto. Una miserable patada con la pierna adelantada y casi pudo notar el pie hundi?ndose en el vientre. Consigui? expulsar el aire justo antes, evitando desmayarse, y reaccion? a tiempo para retroceder esquivando as? un directo. El golpe agit? su melena rubia, pero le permiti? lanzar un par de pu?etazos al pecho. El primero impact? limpiamente. El segundo fue bloqueado con fuerza. A diferencia de otros oponentes, el oriental no hab?a puesto su brazo en medio del golpe, hab?a desviado la trayectoria con el antebrazo moviendo con ?l a Michelle que dej? el costado expuesto. Un fuerte pu?etazo cerca del ri??n fue el castigo. Sintiendo el peligro, la rubia rod? hacia delante saliendo as? del radio de alcance enemigo.

El primer lance no hab?a sido nada favorable. Dos golpes as? mermaban mucho las fuerzas, ella lo sab?a. En combates profesionales habr?a pausas entre cada asalto. Nada as? iba a llegar en una lucha ilegal. Seguir?an peg?ndose hasta que uno de los dos perdiese. Ten?a que encontrar la forma de superar la defensa de su enemigo.

Oni no la dej? pensar. En esta ocasi?n se lanz? al ataque. Michelle se agach? para esquivar un primer pu?etazo a la cabeza. Oni gir? sobre s? mismo lanzando una especie de coz que Michelle evit? dando un paso hacia un lado. La rubia aprovech? para lanzar una serie de pu?etazos r?pidos contra el costado del oriental. Consigui? conectar un par e intent? una patada circular hacia la cabeza que Oni evit? con un paso hacia atr?s.

Gail se levant? de la butaca al contemplar los primeros golpes de su compa?era. Era la ?nica en el p?blico que lo hac?a, pero grit? para darle ?nimos. Eso no afect? en nada a los dem?s. Segu?an prefiriendo ver a Oni llev?ndose la victoria.

Michelle volvi? a atacar con una serie de r?pidos pu?etazos y patadas. Ninguno lleg? a impactar correctamente. Todos eran bloqueados o esquivados sistem?ticamente. Adem?s, cada bloqueo la hac?a descolocarse. Necesitaba reaccionar r?pido para no recibir un contra golpe. Lo importante era que poco a poco estaba consiguiendo hacer retroceder m?s y m?s a su adversario. Solo necesitaba conectar un gran golpe, uno demoledor, y esto habr?a acabado. No pod?a prolongarlo, tan solo hab?a recibido dos impactos, pero ya le faltaba la respiraci?n. Deb?a acabar con el monstruo cuanto antes. No lo conseguir?a con pu?etazos mal conectados, pero cualquier patada era repelida con una facilidad insultante. Fue cuando puso a trabajar toda su inmensa agilidad. Teniendo a Oni con la espalda cerca de la verja, salt? contra esta levant?ndose m?s de un metro sobre el suelo, pasando por al lado del oriental. Apoy? la pierna derecha en la propia verja para tomar fuerza y lanzarla contra el rostro de su enemigo. La patada impact? de lleno en mitad de la mejilla. Rompi? parte de la m?scara. Oni trastabill? hacia atr?s hasta chocar de espaldas contra la verja. El p?blico enmudeci?.

-?Vamos Michelle! - escuch? la voz de Gail gritando desde arriba - ?Ya lo tienes!

Envalentonada, Michelle atac? de frente para rematar la faena. Lanz? un pu?etazo directo a la mand?bula inferior, justo donde hab?a roto la m?scara. Si impactaba all? se acab?, ser?a un KO directo. Oni reaccion? como un demonio. Se ech? lo justo hacia un lado avanzando un poco. Apart? el pu?o con la mano izquierda mientras con la derecha agarraba la espalda de la mujer, tirando con fuerza hacia s? mismo. Lanz? la rodilla que se clav? dolorosamente en el vientre. El p?blico volvi? a estallar en v?tores.

Michelle no qued? inconsciente sin saber ella misma c?mo aguantaba. Intent? reponerse, bloquear el siguiente pu?etazo, pero la fuerza fue tal que, incluso poniendo la mano en medio, no pudo evitar la llegada del golpe a la primera costilla flotante. Qued? entera de milagro. Gail segu?a gritando, pero ya no eran v?tores.

Michelle intent? reaccionar lanzando un pu?o r?pido, un directo, con la izquierda. El oriental agarr? la mu?eca nuevamente con la izquierda, tirando hacia s? mismo de ella. Abri? la mano derecha mientras la levantaba para despu?s lanzarla hacia abajo. Alcanz? de lleno la clav?cula del hombro izquierdo. El chasquido de la rotura reson? en todo el estadio hasta que el grito de dolor de Michelle tom? su lugar. La mujer cay? de rodillas al suelo. De fondo escuchaba a Gail entre los gritos de euforia del p?blico

-?R?ndete!

Ten?a raz?n. Ya no pod?a combatir. Dio varias palmadas en el suelo. El combate hab?a terminado. Los marcadores mostraban la cuenta de golpes de Michelle, extraordinariamente elevados. Ella iba a levantarse cuando Oni la agarr? del pelo y la estrell? de frente contra la verja. All?, mientras empujaba el cuerpo de su rival derrotada hacia la verja, lanz? un par de golpes m?s, ahora al h?gado, ignorando las palmadas de rendici?n y los gritos de dolor.

-?Ya ha acabado!, ?Tienes que pararlo!

Gail se gir? hacia Smiley, preocupada, mientras gritaba. Qued? muda de golpe. Inm?vil. El anfitri?n hab?a bajado la cremallera de su pantal?n y masturbaba lentamente un pene de tama?o medio. Uno de los guardaespaldas la apuntaba a ella con un rev?lver.

-?Qu? hac?is?, ?La va a matar!

-Ahora es cuando empieza el espect?culo, encanto.

Chasque? los dedos. En ese momento el guardaespaldas desarmado se acerc? hacia Gail. Ella intent? retroceder. No ten?a a donde. Su espalda ya estaba contra el bordillo del palco. Pens? en defenderse cuando el gorila la agarr? por el brazo. Desisti? cuando escucho el sonido de una pistola amartill?ndose. Durante unos instantes no pudo mirar otra cosa que el ca??n del arma. Solo sali? de su trance cuando not? un golpe por detr?s de la pierna, forz?ndola a caer de rodillas a pocos cent?metros del pene ya completamente erecto de Smiley.

-Siempre me han gustado los espect?culos interactivos.

Ninguno de los dos matones ri? ante el chiste de su jefe. Ten?an sentido del humor, incluso se hab?an re?do las veinte primeras veces al escucharlo. Ya estaban un poco cansados de la broma. Por otro lado, disfrutaron viendo a Gail, inm?vil, con l?grimas form?ndose en los ojos. El maquillaje hab?a empezado a correrse del rostro. Sab?a qu? esperaban de ella. No parec?a dispuesta. Suplicaba, hablaba de devolver el dinero si dejaban a ambas irse. Ignoraba los beneficios que Michelle estaba consiguiendo involuntariamente para Smiley.

-Vamos, con unos labios como los tuyos, seguro que te han pedido esto alguna vez. ?Co?o!, seguro que eres una experta chupando pollas. 

La morena a?n no se mov?a. Uno de los dos guardaespaldas tom? cartas en el asunto. La agarr? por la cabeza y la mand?bula inferior, oblig?ndola a meterse todo el miembro en la boca.

-Haz que me guste. Recuerda que podemos mataros a las dos en cualquier momento.

Ese ?ltimo recordatorio surti? efecto. Gail comenz? a moverse por s? misma. Hab?a hecho algo as? antes, lo cual no lo volv?a m?s f?cil ni apetecible. Luch? contra s? misma para evitar pegar un buen mordisco. En lugar de eso fue esmer?ndose m?s progresivamente. Empez? a acariciar el glande con la lengua, apretar suavemente, utilizar las manos para masturbarle muy despacio. Ella no lo iba a disfrutar. Se sent?a sucia, humillada. Era su ?nica salida. Dar placer a aquel indeseable mientras ?l miraba en la pantalla gigante como Oni destrozaba a su amiga entre v?tores y burlas.

Michelle no sab?a si habr?a podido mantenerse en pie de no estarla sujetando Oni contra la reja. Hab?a recibido golpes en el h?gado, los ri?ones, y la parte baja de las costillas. El rostro segu?a intacto. Su enemigo hab?a sido muy cuidadoso al evitarlo. Quer?an ver su cara angelical retorcida de dolor, pero no magullada ni ensangrentada. Era demasiado hermosa para echarla a perder as?.

Al principio esperaba que alguien abriese la jaula para sacarla de all?, o para detener a Oni. Nada de eso hab?a ocurrido. Ahora las piernas le temblaban, era incapaz de mover el brazo izquierdo, y le asustaba mostrar resistencia con el derecho. Eso ?ltimo cambi? un poco cuando not? las manos de aquel monstruo agarrar el top para arrancarlo a tirones. La tela se resquebrajo aunque Michelle tratase primero de golpear a su agresor y despu?s de sujetar la prenda. A?n quedaba el sujetador deportivo tambi?n del mismo azul el?ctrico. La rubia trat? de agitarse, de buscar fuerzas renovadas. Ni siquiera aplaz? lo inevitable. Pronto ten?a dos pechos firmes, de pezones marr?n claro, al aire. Pod?an apreciarse claramente las marcas del bikini mientras tomaba el sol, pues ambos senos estaban mucho m?s blanquecinos, sin broncear. El p?blico rugi? enloquecido mientras ella trataba de cubrirse con el brazo bueno. Oni aprovech? para arrancar tambi?n a tirones los shorts. Michelle trat? de agarrar desesperadamente las braguitas azules. Al menos deb?a mantener su sexo a cubierto. Lo defendi? con tanta garra que Oni no consigui? retirarlas. Por eso la agarr? nuevamente de la cabellera, tir? hacia atr?s, y la estamp? de frente contra la verja, aplastando ambos pechos contra el metal. Repiti? la operaci?n seis veces hasta que la luchadora, derrotada, dej? de agarrar su ropa ?ntima. Permiti? que se las quitase mientras se agarr? al metal, cerrando los ojos. Cre?a estar prepar?ndose para lo que ven?a. Se equivoc?. Sinti? las manos apartando ambos cachetes del culo, dejando el ano al descubierto. Volvi? a intentar sacudirse al oriental de encima. Demasiado tarde. Oni requiri? de varios empujones para penetrarla completamente. Us? tanta fuerza y ella estaba tan poco preparada, que necesit? apretar los dientes para soportar el dolor, para seguir adelante. Mereci? la pena. Su miembro jam?s hab?a estado en un lugar m?s estrecho, m?s preparado para darle placer involuntario.

Michelle abri? los ojos como platos. Neg? con la cabeza.

-?NOOOO!-

Grit? al sentir la penetraci?n. Golpe? un par de veces el costado de su violador, luego trat? de apartarlo. Nada sirvi?. Al final volvi? a apretar la reja intentando soportar el dolor. La humillaci?n era inevitable. Decenas de desconocidos estaban vi?ndola desnuda. Estaban viendo sus pechos casi perfectos apretarse y quedar libres contra el metal. Su vagina perfectamente depilada. Escuchaban sus gritos de dolor. Lo que no escucharon fue una sola s?plica. Llantos si, protestas tambi?n. Insultos, amenazas, m?s gritos de dolor. Eso fue todo, y fue mucho, pero no se rebaj? a suplicar, aunque le hubiese gustado hacerlo.

Gail se retir? para escupir el semen que Smiley acababa de verter en su boca. El muy bastardo hab?a aguantado m?s de lo que ella esperaba.

-?Ya est?!. ?Ahora nos dejar?s ir?

Smiley, mientras se repon?a, hizo un gesto con la cabeza a sus dos secuaces. Lejos de soltarla, uno volvi? a apuntar con el arma mientras el otro fue a su espalda, buscando la cremallera del vestido, y comenz? a bajarla con sumo cuidado. Gail se dej?, ?qu? otra cosa pod?a hacer? Ni siquiera se atrevi? a cubrirse cuando qued? en ropa interior, con lencer?a de encaje negra, liguero, medias, y los zapatos.

-Hacedla mirar.

Los matones obedecieron. Llevaron a Gail hasta el bordillo del palco, oblig?ndola a sostenerse con las manos mientras se inclinaba hacia delante. Ahog? un grito cuando vio a su amiga siendo brutalmente sodomizada. Muchos de los espectadores hab?an comenzado a masturbarse mirando el espect?culo. Gail quiso cerrar los ojos. As? los mantuvo hasta que, tras apartar las bragas hacia un lado, uno de los dos matones la penetr? desde atr?s. Estaba mucho mejor dotado que su jefe, la penetraci?n fue dolorosa. El hecho de moverse c?mo un b?rbaro o un animal en celo tampoco ayud?. El sujetar hizo parte del trabajo manteniendo firmes aquellos grandes pechos, aunque no evitaban completamente el balanceo por la brutal penetraci?n. El violador agarr? con una mano la cadera y con otra el hombro, para empujar con m?s fuerza. El pelo se hab?a alborotado mientras Gail cerraba los ojos. Apretaba los dientes confiando en que todo terminase pronto.

Oni aceler? progresivamente el ritmo. Al final parec?a una ametralladora. Acab? corri?ndose en el mismo ano. El semen resbal? entre los muslos de Michelle junto a un poco de sangre. El oriental no la dej? caer. Reuni? toda su disciplina para mantenerla atrapada contra la verja mientras tomaba un respiro. Michelle hizo un par de amagos de defensa. Llevaba rato sin fuerzas. De no ser por su violador, caer?a al suelo. Seguir?a su instinto de encogerse en posici?n fetal. Tratar?a de olvidar el dolor, los rostros depravados que no hab?an dejado de mirarla con lujuria mientras se masturbaban, disfrutando del castigo que ella estaba recibiendo. Nada de eso. Se la oblig? a mantenerse en pie hasta que not? a Oni agach?ndose a sus espaldas. Despu?s sinti? la mano subiendo entre ambos muslos hasta llegar a la entrada de la vagina. No imagin? lo que iba a ocurrir hasta que fue tarde. El oriental comenz? a intentar la mano entera. Primero unos dedos, luego los otros. Michelle trataba de agarrarle con el brazo sano, pero el dolor era tal que sus intentos no pasaban de err?ticos. Peor fue cuando, tras completar la penetraci?n, cerr? el pu?o en el interior. Despu?s ascendi? con fuerza, como si estuviese lanzando un gancho hacia arriba.

Michelle qued? inm?vil. Grit? como si la estuviesen matando. Realmente sent?a que la estaban partiendo en dos. Al final se qued? sin voz. La boca segu?a abierta, casi desencajada. Desde luego Michelle no era virgen, pero jam?s hab?a imaginado una penetraci?n tan brutal. Se me? encima a causa del dolor. La orina vino bien para, junto a la sangre, lubricar un poco su sexo. Alivi? m?s bien poco. En alg?n momento acab? por perder el sentido.

Gail solo hab?a abierto los ojos cuando los gritos alcanzaron sus m?ximas cotas. Entonces ella s? hab?a suplicado. Por s? misma, por su amiga. Har?a cualquier cosa si alejaban a Oni de Michelle. El tr?o la ignor?. Su segundo violador de la noche sac? el pene antes de eyacular, mandando varios chorros directamente sobre la espalda. Gail cay? de rodillas nuevamente. Se dio la vuelta para evitar ver la tortura de su mejor amiga. Qued? as? de frente al mat?n de la pistola, que la enfund? para acercarse a ella. El otro sac? una autom?tica, m?s peque?a pero igual de amenazante. El nuevo agresor no perdi? tiempo arrancando el sujetador de encaje. Las tetas de Gail eran grandes, un poco menos firmes que las de su amiga, con los pezones del color del chocolate. A todos les gust? el panorama. El tipo que antes portaba el rev?lver fue mucho menos ceremonioso. La tir? al suelo, se tumb? encima, la forz? a abrirse de piernas, y comenz? a violarla nuevamente. Cuando Gail intentaba cerrar los ojos, ?l retorc?a los pezones solo para o?rla gritar. Continu? con velocidad hasta encontrarse cerca del ?xtasis. Sac? el pene de la vagina, se arrodillo frente al cuerpo tumbado de la mujer, y comenz? a eyacular en los pechos y el rostro.

Smiley se acerc? a ella, erecto de nuevo. Gail alz? las manos

-No. No puedo m?s. - ten?a la vagina irritada adem?s de dolorida. - Al menos dame un respiro.

Smiley sac? su propia pistola, con silenciador. Gail no tuvo tiempo de volver a suplicar. El l?der del grupo dispar? en la frente de la morena, desparramando sesos y sangre por la parte trasera del cr?neo, en el suelo. Muri? al instante.

Smiley se arrodillo entre ambas piernas. Las levant? para apoyarlas en sus hombros. Luego la penetr? analmente. Ya no hubo quejas ni gritos. El cuerpo, salvo por alg?n espasmo, se dejaba llevar sin resistencia. En esta segunda vez, Smiley no tard? mucho.

Michelle despert?. Segu?a pegada de frente a la verja. Estaba llena de rasgu?os creados por la fricci?n de los pechos y el abdomen contra el metal. Sangraba por la vagina, ahora deformada mientras trataba de volver a su forma y tama?o habituales. El p?blico vitoreaba m?s que antes. Sab?a que ten?a a Oni detr?s, solo que no se atrev?a a mirar. Por eso la pill? de sorpresa cuando la hoja de una catana atraves? su est?mago. No hab?a visto el centro del techo abrirse para descolgar el arma atada a una cadena, ni a Oni cogerla y acercarse a ella. El p?blico s?, por eso aplaud?an extasiados, muchos de ellos eyaculando por cuarta o quinta vez. Las piernas cedieron y fue a caer al suelo, pero la espada se enganch? con la verja, sosteni?ndola con el torso pegado al metal mientras la piernas ya colgaban sin vida. Escupi? sangre mientras la agon?a m?s intensa se apoderaba de ella.

En todas las pantallas, frente a la foto de Michelle antes del combate, hab?a un anuncio. Comenzaban a aceptar una nueva apuesta. ?Cu?nto tardar?a Michelle antes de morir? Ella no supo cuanto tiempo transcurri? hasta exhalar el ?ltimo aliento, pero conoci? la agon?a a cada instante. Ahora s? intent? suplicar. La voz era un simple susurro que nadie escuch?, tan solo la vieron mover los labios.

Mientras Michelle mor?a, Oni tuvo tiempo de masturbarse una ?ltima vez, aprovechando para limpiarse en el cabello de su v?ctima. Permaneci? en la jaula hasta el ?ltimo instante, viendo a la mujer retorcerse, llorar, y sufrir sacudidas involuntarias que agrandaban m?s la herida. Otra victoria para el demonio de oriente.